Antología de Andrés Bello

de tu indolente habitador lo fuera! jOh! jsi a1 falzo ruido la dicha a1 fin supiese verdadera anteponer, que del umbral le llama del labrador sencillo, lejos del necio y van0 fasto, el mentido brillo, el ocio pestilente ciudadano! LPor quC ilusidn funesta aquellos que fortuna hizo seiiores de tan dichosa tierra y pingiie y varia, a1 cuidado abandonan y. a la fe mercenaria las patrias heredades, y en el ciego tumulto se aprisionan de miseras ciudades, do la anibicion proterva sopla la llama de civiles bandos, o a1 patriotisnio la desidia enerva; do a1 lujo las costumbres atosiga, y combaten 10s vicios la incautada edad en poderosa liga? No alii con varoniles ejercicios se endurece el manceb-b a la fatiga; mas la salud estraga en el abrazo de pCrfida hermosura, que pone en alnioneda 10s favores; mas pasatiempo estima prender eleve en casto sen0 el fuego de ilicitos amores; o embebecido le hallara la aurora en mesa infame de rulnosos juego. En tanto a la lisonja seductora del asiduo amador f5cil oido de la consorte; crece en la materna escuela de la disipacion y el galanteo la tierna virgen, y a1 delito espuela es antes el ejemplo que el deseo. iY sera que se formen de ese modo 10s animos heroicos denodados que fundan y sustentan 10s estados? iDe la algazara del festin beodo, o de 10s coros de liviana danza, la dura juventud saldrA, modesta, orgullo de la patria y esperanza? 21 1

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