Antología de Andrés Bello
tfi en urnas de coral cuajas la almendra que en la espumante jicara rebosa; bulle carmin vivisete en tus nopales, que afrenta fuera a1 mfirice de Tiro; y de tu afiil la tinta generosa Cmula es de la lumbre del zafiro. El vino es tuyo, que la herida agrave para 10s hijos vierte del Anahuac feliz; y la hoja es tuya, que, cuando de suave hum0 en espiras vagorosas huya, solazara el fastidio a1 ocio inerte. T6 vistes de jazmines el arbusto sabeo, y el perfume le das, que en 10s festines la fiebre insana templara a Lieo. Para tus hijos la procera palma su vario feudo cria, y el ananas sazona su ambrosia; su blanco pan la yuca; sus rubias gomas la patata educa; y el algod6'n despliega a1 aura leve las rosas de or0 y el vell6n de nieve. Tendida para ti la fresca parcha en enramadas de verdor lozano, cuelga de sus sarmientos trepadores nectareos globos y franjadas flores; y para ti el maiz, jefe altanero de la espigada tribu, hincha su grano; y para ti el banano desmaya a1 peso de su dulce carga; el banano, primer0 de cuantos concedi6 bellos presentes Providencia a las gentes del ecuador feliz con mano larga. No ya de humanas artes obligado el premio rinde opimo; no es la podadera, no a1 arado deudor de su racimo; escasa industria bbtale, cual puede hurtar a sus fatigas mano esclava; crece veloz, y cuando exhausto acaba, adulta prole en torno le sucede. MAS joh! jsi cual no cede el tuyo, fCrtil zona, a suelo alguno, y como de natura esmero ha sido,
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