Antología de Andrés Bello

Una plegaria, un solo acento tuyo, ha r i que gocen pasajero alivio, y que de luz celeste un ray0 tibio logre a su oscura estanciajenetrar; que el atormentador remordimiento una tregua a sus victimas conceda, y del aire, y el agua, y la arboleda, oigan el apacible susurrar. la sombra ves, que de 10s cielos baja, la nieve que las cumbres amortaja, y del ocas0 el tinte carmesi; en las quejas del aura en las quejas del aura y de la fuente, jno te parece que una voz retiiia, una doliente voz que dice: “Niiia, cuando tu reces, jrezaris por mi?” que oraciones alcanzan, no escarnece el rebelado archgel, y florece sobre su tumba perennal tapiz. Mas iay! a 10s que yacen olvidados cubre perpetuo horro; hierbas extraiias ciegan su sepultura; a sus entrafias irbol funesto enreda la raiz. huCsped ser6 de la morada oscura, y el ruego invocark de un alma pura, que a mi largo penar consuelo de. Y duke entonces me sera que vengas, y para mi la eterna paz implores, y en la desnuda losa esparzas flores, simple tributo de amorosa fe. si disipadas he ron una a una las que mecieron tu mullida cuna esperanzas de alegre porvenir? Si, le perdonaris; y mi memoria te arrancari una lggrima, un suspiro que llegue hasta mi 16brego retiro, y haga mi helado polvo rebullir. Cuando en el campo con pavor secret0 Es la voz de las almas. A 10s muertos Y yo tambiCn (no dista mucho el dia) {Perdonaris a mi enemiga estrella, 208

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