Antología de Andrés Bello

I1 Ve a rezar, hija mia. Y ante todo, ruega a Dios por tu madre; por aquella que te dio el ser. Y la mitad mas bella de su existencia ha vinculado en 61; que en su sen0 hosped6 su joven alma, de una llama celeste desprendida; y haciendo dos porciones de la vida, tom6 el acibar y te dio la miel. Ruega despuCs por mi. MAS que tu madre lo necesito yo. .. Sencilla, buena, modesta como tu, sufre la pena, y devora en silencio su dolor. A muchos compasih, a nadie envidia, la vi tener en mi fortuna escasa; como sobre el crista1 la sombra, pasa sobre su alma el ejemplo corruptor. No le son conocidos.. . jni lo Sean a ti jamas!. . . 10s frivolos azares de la vana fortuna, 10s pesares ceiiudos que anticipan la vejez; de oculto oprobio el torcedor, la espina que punza a la conciencia delincuente, la honda fiebre del alma, que la frente tifie con enfermiza palidez. conozco el mundo, y sC su alevosia; y tal vez de mi boca oiras un dia lo que valen las dichas que nos da. Y sabras lo que guarda a 10s que rifan riquexas y poder, la urna aleatoria, y que tal vez la senda que a la gloria guiar parece, a la miseria va. y a cada instante alguna culpa nueva arrastra en la corriente que la lleva con rapido descenso a1 ata6d. La tentacidn seduce; el juicio engafia; en 10s zarzales del camino deja alguna cosa cada cual; la oveja su blanca lana, el hombre su virtud. Mas yo la vida por mi mal conozco, Viviendo, su pureza empaiia el alma, 204

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