Antología de Andrés Bello

Brota del sen0 de la azul esfera uno tras otro fulgido diamante; y ya apenas de un carro vacilante se ove a distancia el desigual rumor. Todo se hunde en la sombra: el monte, el valle, y la iglesia, y la choza, y la alqueria y a 10s destellos ultimos del dia se orienta en el desierto el viajador. Naturaleza toda gime; el viento e n la arboleda, el pajaro en el nido, y la oveja en su trCmulo balido, y el arroyuelo en su correr fugaz. El dia es para el mal y 10s afanes: iHe aqui la noche placida y serena! El hombre, tras la cuita y la faena, quiere descanso y oracion y paz. Son6 en la torre la sefial: 10s niiios conversan con espiritus alados; y 10s ojos a1 cielo levantados, invocan de rodillas a1 Seiior. Las manos juntas, y 10s pies desnudos, fe en el pecho, alegria en el semblante, con una misma voz, a un mismo instante, a1 Padre Universal piden amor. Y luego dormirhn; y en feda tropa, sobre su cuna volaran ensueiios, ensueiios de oro, diafanos, risueiios, visiones que imitar no os6 el pincel. Y ya sobre la tersa frente posan, ya beben el aliento a las bermejas bocas, como lo chupan las abejas a la fresca azucena y a1 clavel. Como para dormirse, bajo el ala esconde su cabeza la avecilla, tal la nifiez en su oracidn sencilla adormece su mente virginal. iOh dulce devocibn, que reza y rie! ide natural piedad primer aviso! ifragancia de la flor del paraiso! jpreludio del concierto celestial! 203

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