Antología de Andrés Bello
In Pelyrouse habla de enormes eucaliptos (1) que observb en el cabo de Diemen, y de que 10s mas corpulentos apenas llegzt ban a 150 pies; nuestra palma se levanta a diez metros mris (doce varas). Sus raices son fibrosas, y de ellas el nab0 o raiz principal es miis rollizo que el tronco mismo de la palma; Cste es abom- bado en el medio, perpendicular; su diimetro, poco mAs o m: nos, de cuatro decimetros. En toda su longitud, presenta ani- 110s formados por la caida de las hojas; y 10s espacios inter- medios, amarillos y lisos estan barni7ados de una mistura de resina y cera, que hace una capa de 5 a 6 milimetros de espe- sor (2 1/2 a 3 lineas). Los naturales tienen esta substancia por cera pura, y la funden con una terccra paste de sebo para ha- cer cirios y bujias, cuyo us0 es tan agradable como vario. Re- sulta de la anklisis hecha por el seiior Vauquelin, que este pro- dueto inflamable se compone de 213 de resina y 113 de una sustancia que se precipita por si misma del alcohol y tiene to- das las propiedades quirnicas de la cera: es, sin embargo, m& vidriosa que la cera de abejas. No es la cera un product0 vegetal nuevo; 10s frutos dc la myrica cerifera (2) la ofrecen en gran copia, utilizada por 10s habitante de varias parte de AmCrica como Mompou, Bogota, Popayin y otras. Per0 nuestra palma es a6n mAs abundante de cera. Su altura la hace tambiCn preferible a otras palmas para la construcci6n de canoas, acueductos, etc. Su niadera du- risima merece igual preferencia en la conqtruccibn de edificioc-; y la hilaza que cuelga de la base de sus peciolos no es tal vez de peor calidad que la suministrada por la arenga sacarifera (3) de las Molucas, o por la palma chiquichiqui (4), que crece en el alto Orinoco, rio Negro, rio de las Ainazonas v el Para. Prouet ha anunciado que aquel polvo blanquecino, imper- ceptible a la vista, que da a las ciruelas su bello color, no es otra cosa que cera: el polvillo que da a las bojas de nuestros claveles su color pdido, lo es tambiCn; y sin duda la encontra- remos m h a menudo en el reino vegetal, a medida que vava (1). Eucalyptus, Qrbol de la icosandria monoginia, y de la familia de las mirtoides, en que el caiz de la flor tiene la sinylarisima propiedad de llevar una lapa o sombrera, que en el estado perfecto de la flor se desprende y cae. Hay mQs de veinte especies, todas de la Nueva Holanda. (2). Arbol de la doccia tetrandia, y del orden natural de las amentaceas; cuyos frutos estQn cubiertos de una cerilla harinosa. De esta se hacen bujias, que arden con un olor agradable, per0 dan una luz verde y triste. (3). Palma monoica de hojas palmadas, de cuyo espadice se saca un licor que por medio de la simple evaporacion da un azccar del color y consistencia del chocolate fresco. (4). No se sabe a que zener0 pertenece, o si forma ginero nuevo, por no haberse observado la fructificacih.
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