Antología de Andrés Bello

mo es en el que mas importa no acostumbrarle a pagarse de meras palabras. El habla de un pueblo es un sistema artificial de signos, que bajo muchos respectos se diferencia de 10s otros sistemas de la misma especie: de que se sigue que cada lengua time SU teoria particular, su gramitica. No debemos, pues, aplicar in- distintamente a un idioma 10s principios, 10s tkrminos, las ana- logias en que se resumen bien o mal las practicas de otro. Esta misma palabra ‘idioma’ 1 est5 diciendo que cada lengua tiene SU genio, su fisonomia, sus giros; y mal desempeiiaria su oficio el gramBtico que explicando la suya se limitara a lo que ella tu- viese de comim con otra, o (todavia peor) que supusiera seme- janzas donde no hubiese mas que diferencias, y diferencias im- portantes, radicales. Una cosa es la gramatica general, y otra la gramgtica de un idioma dado: una cosa comparar entre si dos idiomas, y otra considerar un idioma como es en si mismo. i S e trata, por ejemplo, de la conjugacibn del verbo castellano? Es precis0 enumerar las formas que toma, y 10s significados p usos de cada forma, como si no hubiese en el mundo otra lengua que la castellana; posicion forzada respecto del nifio, a quien se ex- ponen las reglas de la sola lengua que est5 a SLI alcance, la len- gua nativa. Este es el punto de vista en que he procurado co!o- carme, y en el que ruego a las personas inteligentes, a cuvo juicio someto mi trabajo, que procuren tambiCn colocarse, des- cartando, sobre todo, las reminiscencias del idioma latino. En Espaiia, como en otros paises de Europa, una admira- cibn excesiva a la lengua y literatura de 10s romanos dio un tipo latino a casi todas las producciones del ingenio. Era Csta una tendencia natural de 10s espiritu en la kpoca de la restauraci6n de las letras, La mitologia pagana sigui6 suministrando image- nes y simbolos a1 poeta; y el period0 ciceroniano fue la norma de la elocution para 10s escritores elegantes. No era, pues, dc extrafiar que se sacasen del latin la nomenclatura y 10s canones gramaticales de nuestro romance. Si como fue el latin el tipo ideal de 10s gram5ticos las cir- cunstancias hubiesen dado esta preeminencia a1 griego, hubiCra- mos probablemente contado cinco casos en nuestra declinacih en lugar de seis, nuestros verbos hubieran tenido no s610 voz pasiva, sino voz media, y no habrian faltado aoristos y paulo- post-futuros en la conjuncih castellana 2. Obedecen, sin duda, 10s signos del pensamiento a ciertas le. yes generales, que derivadas de aquellas a que est5 sujeto el pen- 1 En griego ‘peculiaridad, naturaleza propia, indole caracteristica’. 2 Las declinaciones de 10s latinizantes me recuerdan el proceder artistic0 del ‘pintor de hogario’ que, por parecerse a 10s antiguos maestros, ponia golillas y ropilla a 10s personajes que retrataba.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=