Antología de Andrés Bello

moralidad, ni da a las palabras el mismo sentido que 10s d emk hombres. Por otra parte, cuando la conexion es tan intima y tan ob- via como supone Brown, en un panegirista seria la mayor de las torpezas excitarla. Los aduladores de corte no acostumbran atribuir a sus hProes las virtudes contrarias a 10s vicios de que adolecen, sino aquellas que se les puedan conceder sin alejarse mucho de la verdad, aquellas que sus hCroes siinulan o que tienen cierta afinidad con sus vicios. Los parasites de Alejan- dro no elogiarian su sobriedad y templanza. Los de Ner6n po- drian alabar su magnificencia, su liberalidad, su buen gusto. Las ideas contrarias constan en parte de elementos comu- nes, quiero decir, semejantes. Podemos, pues, representarlas por A B, y A C: A representarh 10s elementos comunes; B y C 10s elementos peculiares. Si se excita, pues, la una de dos ideas contrarias, la parte A del complejo A B recordara la parte A del complejo A C, en virtud de la sugestidn de semejanza; y la parte A de este segundo complejo recordara la parte C del mis- mo, en virtud de la sugestibn de coexistencia; excitandose de est:, modo en el alma la idea total A C, como si un complejo sugiriese directamente a1 otro. Per0 asi como la parte A de A B sugiere 10s elementos se- mejantes de ideas contrarias, puede sugerir por semeianza o coexistencia cualquiera otra clase de idea, y la parte B puede hacer igual nlimero de sugestiones. No propendemos m8s a las ideas contrarias sugeridas del modo que he dicho, que a las ideas de cualquier otra clase sugerida ora por semejanza, ora por coexistencia. No es mayor la inclinacibn del espiritu a1 pa- s a r de la idea de un pigmeo a la idea de un gigante, que a las de otros pigmeo, o a las de personas que se parezcan a1 pri- mer0 en el color, en las facciones, etc.; o a las de personas o cosas que hemos visto a1 lado de aquC1, o de otra manera se han asociado con su idea en la memoria. Las circunstancias son las que hacen que en ciertos casos demos la preferencia a las sugestiones que nos llevan a ideas contrarias. Si hemos visto un gigante: el desvio del tipo general de la especie humana que vemos en la estatura del pigmeo nos hara pensar en aquel des- vi0 contrario. Pero si hemos visto otro pigmeo, es probable que la idea de Cste excitara una atenci6n preferente. Si el pig- me0 es albino, y hemos visto en otros hombres esta especie de degenerecencia, pasaremos a pensar en ellos. Los ojos ne- gros del pigmeo recodaran a un amante 10s ojos negros de su amada. En una palabra, cada idea sugiere una multitud de otras o por semejanza o por coexistencia; y el espiritu prefiere en- tre todas ellas las de aquellos objetos que le han hecho una inipresion miis fuerte o mas reciente, o que tienen mas estre- 160

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