Antología de Andrés Bello

bari tibi superbiam credat; cum de frugalitzte, luxuriam; cum de dementia, crudelitatern; cum de benignitate, livorem; cum de continentia, libidinem; cum de labore, inertiam; cum de for- titudhe, timorem. En esta alusion a tiempos que apenas habian acabado de pasar, ;quC horribles pinturas de aquel despotismo, todavia cod;cicw de las alabanzas de virtudes cuyo solo nom- bre debia causarle pavor; y que cuadro lastimoso de la cobar- dia servil que postraba de rodillas, pagaba el peligroso tributo de la adulacibn; cum dicere quod velles periculosum, .quod nolles, miserum esset; de aquel reinado de terror y lisonja, de conEiscacion y sangre, en que, preseetjndose por todas partes el luto y la miseria se agregaba a tantos sentimientos arnargos la dura necesidad de simular la alegria; cuando 10s denuncia- dores espiaban 10s semblantes y calurnniabrtn miradas y gestos; cuando el ciudadano precipitaclo en !a indigencia, temia parecer triste, porque auii le restzba la vida; y aquel cuyo hermano ha- bia p e r e d o bajo el pufial de un asesino, no osaba vestir luto, porque !e quedaba un hijo! Pero en el largo catalogo de alaban- zas, que se tributaban a1 crimen entionimdo, el principio su- gestivo de que hablamos no pudo nienos de haber ejercitado frecuentemente su influencia, y a despecho de 10s artificios de orarbr para velar bajo la inagnificencia del lenguaje aquella espantosa forma de la virtud, que se veia precisado a ponerle a la vista; debio muchas veces despertar en la conciencia del ti- r am el sentimienfo de lo que 61 era realmente por 61 irresisti- b k contraste de la pintura de lo que n o era. No es dificd echar de ver que en el primero de 10s ejem- plos anteriores a la sugestion de contraste se resuelve en la de seme janza. y coexistencia. Una situacion desgraciada recuerda otras; kstas recuerdan a su vez 10s desenlaces venturosos y qui- zits inesperados que las terminaron. Ademas, la esperanza de 10s desgraciados es ali-mentada por sus padecimientos mismos y yor el ansia de ver mejorada su suerte. Cuando deseamos una cosa con ardor, pensamos en todos 10s medios posibles de lle- gar a ella v nos exageranios su eficacia. Del mismo modo creo que podemos explicar 10s Ilamamien- tos de la conciencia. El alma agitada de remordimientos ansia la serenidad interior; y no puede pensar en ella sin que se re- presente la Cpoca feliz en que gozaba de este bien inestimable, compafiero de la inocencia. El tercer ejemplo de Brown nos conducirfi a considerar la sugesti6n de contraste de un modo mfis general y comprensivo. El que dit alabanzas a otro, apela necesariamente a1 testimo- nio de la conciencia del alabado, el cual s61o puede encontrar en ella lo que realmente existe, hazaiias y crimenes, virtudes o cisamente lo mismo que si, alabando a un feo de hermoso, le vicios. Si las alabanzas no son merecidas, el adulador hace pre- 158

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