Antología de Andrés Bello

de SiglOS. LaS debemOS no a laS meQitaciones ni a1 ingenio de individuos privilegiados que las creas,en y levantasen a su esta. do presente, sino a la perfectibilidad general de la especie, a la facultad de transmitir y acumular las , 1 'deas. El aprendizaje del sentido de la v$sta se reduce, coma vimos antes, a la formacion de un sistema de signos; per0 en el arte de ver, cada individuo tiene a la natupaleza por su solo maestro. Si cada individuo no so10 lo adquiere, sin0 lo crea por si mis- mo y IO IIeva en la mas tierna edad y en pocos meses a casi toda la perfeccion de que es susceptlFde, tengamos presente que empezamos a practicarlo desde la pnmera vez que abrimos 10s ojos; que lo ejercitamos sin cesar, mientras velamos, y que se vers6 a1 principio sobre 10s objetos dle nuestras primeras n e e - sidades, que excitaban la atenci6n con 10s aguijones irresistibles del placer y el dolor. No s610 en 10s sistemas de sigflog, en la conversaci6n fami- liar vemos a cada paso la influencia de estas dos relaciones de sexejanza y de simultaneidad. Un a$unio lleva a otro, y aun- que no s i cmpe se echa de ver el l$zo que 10s une, porque cada individuo tiene SUS grupos y asoclaciones peculiares de ideas, se deja columbrar no pocas veces Y aun no hace revelaciones importantes. Por estas ideas intermedias, que sin expresarse se traslucen, lleganios a leer en el a h a de la persona con quien hablamos 10s pcnsamientos que estapia menos dispuesta a co. municarn?,s. Supongamos que un hwho sabido de pocos, una conspiracion, un asesinato, un robo, asocia estrechamente dos ideas, A, B, que carecen de toda otra conexi6n aparente. Un in- dividuo que, toc8ndose en la conversaci6n la primera de estas dos ideas, pasase de improvise a la segunda o a cualquiera otra naturalmente sugerida por Csta, podria dar a algunos de 10s presentes que estuviesen informados de las circunstancias del hecho, indicios vehementes de partici aci6n en 61. y cautela a1 que trata de disimular lo que piensa. Sobre la comunicaci6n de las otras ideas tiene la voluntad UP, imperio absoluto. En Cstas no es asi. Ellas corren con tanta velocidad aue excitan apenas la atenzi6n, per0 dejan vestigios, que sin advertirlo nosotros puede revelar su existencia. LL~S indicaciones de esta especie, como que tienen todo el aire dc involuntarias, son las que halagan el ainor propio de 10s que nos oven, Y las que melor cautivan su benevolencia, cuando se deja ver en ellas la estimari6n o afecto que nos ins- piran. El arte de lisonjear con gracia y delicadeza se reduce a presentar la lisonja indirectamente d- modo que parezca una revelation, no s610 sincera, sin0 involuctaria, de lo que pensamos. Las ideas intermedias tacitas son ? as que piden m8s cuidado

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