Antología de Andrés Bello
Simplificandose mas y m8s 10s signos, como es natural que suceda cuando se hace un us0 frecuente de ellos, llega a1 cabo a perderse la semejanza natural o tropica que a1 principio de- bieron tener con 10s objetos: tercera Cpoca: tal es el estado en que se halla ahora la escritura chinesca. La conexion entre las ideas y 10s caracteres parece del todo artificial. Pero por grande que sea la perfeccion a que supongamos llevado este sistema de signos, le falta todavia la indicacidn de 10s nombres propios, sin la cual ic6mo hubiera sido posible a1 lector en la mayor parte de 10s casos identificar 10s individuos simbolizados en este lenguaje, con 10s individuos representados por aquellos nombres en la lengua? Era, pues, necesario buscar modos de expresar 10s sonidos materiales del habla; y asi como en nuestra escritura 10s sonidos sugieren las ideas, era natura1 que en la escritura simbolica, que la precedi6, las ideas sugi- riesen 10s sonidos. Si un nombre propio era significativo de una idea general, o podia resolverse en dos o mas partes cada una de las cuales lo fuese, la expresidn simb6lica de estas ideas pudo servir para indicar la composition material de aquel nombre. Tal fue el arbitrio adoptado en 10s jeroglificos mejicanos. Por ejemplo, para mencionar a1 rey Ilhuicamina, cuyo nombre se di- vide en dos palabras, cara y agua, el pintor trazaba la imagen de una cabeza y el simbolo del agua. Axajacatl quiere decir flecha que rompe el cielo: el rey llamado asi era representado por 10s signos correspondientes a estas ideas. La ciudad de Macuilxochtt (cinco flores) era una flor sobre el signo del numero cinco; la Quanhtinchan (casa del Aguila) una casa en que asoma la ca- beza de esta ave. Los chinos, 10s egipcios y otras naciones se valieron de esta especie de caracteres, que por haber represen- tad0 primeramente 10s sonidos de que constaban 10s nombres propios, se llamaron ciriologicos, de kyrios, propio, y logos, pa- Iabra. Los mejicanos habian llegado hasta aqui; per0 su escritura, si asi puede llamarse, deja percibir todavia la infancia del arte. La parte puramente pictorica, que habia desaparecido en la es- critura chinesca y egipcia, ocupaba un espacio considerable en la mejicana, que se puede mirar como una serie de cuadros (aunque de imperfectisimo disefio, por estar exclusivamente des- tinado a la instruction con breves inscripciones ideograficas y ciriologicas. Los caracteres ciriol6gicos representan ciertos objetos me- diante la semejanza que tienen con ellos; estos objetos recuer- dan sus nombres, en fuerza de la sugestion de coexistencia; y un nombre de Cstos o una serie de nombres recuerda, mediante la misma relacion, otros objetos. Asi, en uno de 10s jeroglificos mejicanos que acabo de citar, ciertos rasgos coloridos ofrecen a la vista la imagen de una flecha que rompe el cielo; estos 152
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