Antología de Andrés Bello
sobre todo las indicaciones accesorias, se Teducirian a1 nlimero de rasgos y lineas absolutamente necesario para despertar las ideas de 10s objetos. Para indicar el agua, por ejemplo, se haria us0 de Lina linea horizontal suavemente ondulada; el fuego pudo representarse por otra linea ondulada, per0 vertical; una pirk- mi&, por un simple trifingulo; y asi de 10s demas objetos. Y corn0 estas alteraciones en las formas no habian de introducirse de un golpe, pudo retenerse facilmente su significaci6n y trans- mitirse de una edad a otra. HCnos aqui llegados a la primera Cpoca de la transforma- cion de la pintura en escritura. Mientras la parte principal del cuadro conserva el carficter de una pintura verdadera, otra par- te de 10s objetos que exhibe el artista se reduce a simples linea- mientos que s610 presentan una semeianza lejana con sus ori- ginales. Estas primeras letras, si podemos usar tan temprano este nonibre, fueron, pues, hasta cierto punto mimeticas o imi- tativas: signos que recordaban 10s objetos por la semejanza que tenian con ellos. Facil es concebir que el ntimero de 10s caracteres mimCticos iria continuamente creciendo, y las indicaciones accesorias ga- nsndo terreno sobre la parte uuramente pictbrica. Tras estos signos, que podemos llamar naturales, en cuanto imitativos de 10s objetos que representaban, vinieron otros, en que empez6 va a descubrirse algo de mas convencional y arbitrario, y en que tomando por modelo el proceder figurado del habla, se imagin6 representar un ohjeto por su concomitante, el todo por la parte, el fin por 10s medios, el contenido por el continente, lo abstrac- to por lo concreto; en una palabra, 10s tropos del lenguaje ordi- nario se trasladaron a la pintura. Una cuna, v.gr ., querria decir el nacimiento; una urna sepulcral, la muerie; una flor, la pri- mavera; una espiga, el estio; una corona, la dignidad real; un incensario, el sacerdocio; un anillo, el matrimonio; una lengua, el habla; una huella de pie humano, el camino; como en algu- nos jeroglificos mejicanos; una flecha, la velocidad; el laurel, la victoria, .v la oliva la paz: como en las representaciones emble- maticas de 10s romanos y de 10s pueblos modernos. Llimanse trbpicos estos caracteres; y cuando la analogia entre el sign0 y el significado era oscuro, y solamente conocida de aquellos que estaban iniciados en 10s secretos del arte, se form6 la escritura enigmatica, reservada a 10s sabios o a 10s sacerdotes. Asi fue cmblema de la eternidad la periferia del circulo, porque carece de principio y de fin. Estos signos despertaban primeramente las ideas de ciertos objetos, mediante la relacih de semejanza que tenian con ellos. Unos pocos rasgos representaban asi la palma o la oliva. Per0 la idea de este objeto s610 serviria para introducir otra idea que habia coexistido con ella en el entendimiento. La palma que
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