Antología de Andrés Bello

de ellas recuerda naturalmente la otra. Extendemos las manos para asjr o coger 10s cuerpos de que tenemos necesidad o de- seo; la idea de este ademan coexiste, pues, a menudo con la idea de necesidad o deseo, y la extension de las manos se hace, por consiguiente, un signo del deseo de la petition, del ruego. No es necesario figurarnos que 10s hombres se consagrasen deliberadamente a tratar de 10s signos artificiales y 10s estable- ciesen por un convenio formal, seiialando a cada objeto un signo absolutamente arbitrario. Los hombres pasaron poi- grados im- perceptibles del idioma de la naturaleza a1 convencional, y en- contrjronse hablando una lengua artificial, sin saberlo, como Mr. Jourdain hacia prosa. Diose este paso sin dificultad por medio de las dos leyes dichas. {Que cosa mas obvia para indicar cualquier objeto que tenga una voz o sea capaz de emitir un sonido discernible, que imitar con la nuestra aquella voz o sonido? De aqui nacieron signos que aunque no tan rigurosamente naturales como 10s acentos, semblantes y ademanes con que se expresan las nece- sidades y pasiones, pudieron entenderse sin un convenio formal. Un murmullo, un bramido denotaria por medio de varias mo- dificaciones y acompaiiado de varios semblantes y ademanes la tempestad, el trueno, el mar, el torrente, el arroyuelo apacible, un tigre, un toro, un hombre encolerizado, el descenso precipi- tado de un cuerpo, etc. Un sonido sugerid la idea de otro soni- do semejante, y este segundo sugeri6 la del objeto que se dis- tinguia por 61, es decii-, otra idea que habia coexistido con la S L I ~ Si en la infancia de las lenguas fue alguna vez oscura o equivoca la inteligencia de 10s signos imitativos, 10s naturales acudirian a servirles de interpretes. Rquellos primeros signos semiartificiales, dificiles a la voz y desapacibles a1 oido, se sua- vizarian gradualmente suprimikndose unos elementos y afiadien- dose otros, y llegarian poco a poco a formar combinaciones de sonidos vocales y articulados. Mas esta metamorfosis, por lenta que fuese, supone que se desecharon unos sonidos y se admi- tieron otros. Hubo, pues, una especie de election, que, hecha casualmente por un individuo y adoptada por otros, constituy6 un pacto tacit0 en cuyos preliminares sirvi6 de mediadora la naturaleza. Es verosimil que se formase de este modo un gran numero de signos, y que las analogias entre 10s sonidos y las demBs cualidades sugiriesen otros, a proporcidn que fuimos ne- cesitando de ellos 1. 1 La voz humana parece haber sido destinada de propchito para instrumento de un sistema de signos artificiales. Sus ventajas consisten: l? en la infinita variedad de modulaciones de que es susceptible: 20 en lo breve y ficil de 10s movimientos con que podemos producirla; 30 en ser igualmente perceptible a la luz a la oscur-idnd: 4? en no deJarse interceptar fAcilmente. Los gestos no serviriaxde nada en un cuarto oscum: la interpusicih de un objeto entre 10s gesticiiladores produciria igual efecto. 148

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