Antología de Andrés Bello
10s objetos, base de 10s sistemas significativos que 11- amam05 idiomas o lenguas. “Entiendo por lenguaje”, dice el profesor Reid, “todos aque- 110ssignos de que se sirven 10s hombres para comunicarse entre si sus pensamientos e intenciones, sus miras y deseos. Estos sig. nos son de dos especies: unos carecen de todo sentido, except3 el que han tomado por cierta convention expresa o titcita de 10s que se sirven de ellos, y se llaman signos artificiales; otros, a1 contrario, tienen de suyo un sentido anterior a todo convenio 9 son inteligibles a cualquier hombre, en fuerza so10 de la cons- tituci6n humana; 6stos se denominan naturales, y las mismas denominaciones se aplican a1 lenguaje, segdn las especies de sig- ncs de que se compone. “ParCceme demostrable que si 10s hombres no hubiesen te- nido primeramente un lenguaje natural, todo el ingenio y discur- SO del mundo no hubieran llegado jamis a la invenci6n del ar- tificial. Porque Gste supone cierto convenio en virtud del cual se dr: un sentido arbitraric; a cada signo. Poi- consiguiente, es nienester que haya habido convenios anteriores a todo lenguaie artificial. LPero qu6 convenio puede concebirse entre 10s hom- bres sino por medio de signos o de a l g h lenguaje? Debia, pues, haber previamente un lenguaje natural, para que el artificial pudiese formarse. “Si el lenguaje en general hubiera sido invenci6n humana, como la escritura o la imprenta, hallariamos en alguna parte del mundo pueblos mudos como !os brutos. {Pero qu6 digo bnitos? Aun 6slos tienen sus signos naturales con que SP dan a cntender mutuamente sus pensamientos, sfectos y deseos. UR polhielo, apenas salido del huevo, entiende las voces y tonos difcrentes con que la madre le llama a tomar el sustento o le avisa del peligro. El caballo y el perro entienden naturalmente la expresion de las caricias o de las amenazas en la voz humana. “Los elementos de este lenguaje natural del gCnero hurnano o 10s signns que naturalmente expresan nuestros pensamientos y afecciones, creo que pueden reducirse a tres especies: modu- lacicnes de la voz, semblante y ademanes. Por mcdio de ellos, do5 hombres que no hablasen el rnismo lenguaje artificial, po- drian comunicarse sus pensamientos, pedir o rehusar, aiirmar o negar, amenazar o suplicar, hacer permutas, tratados, alianzas: lo que seria facil comprobar con hechos de indudable autenti- cidad”. En el lenguaje natural no es menos manifiesto que en 10s otros la infiuencia de las dos leyes de asociacion de las ideas. Un afecto particular, la ira, por ejemplo, produce una entona- cion particular de la voz; esta entonacion se hace signo de aquel afecto, porque la idea de la ira y la idea de aquella entonaci6n de la voz han coexistido en el alma, y por consiguiente, la una 147
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