Antología de Andrés Bello

convincentes. Confesaremos desde luego que hub0 un tiempo en que esas mismas objeciones no hacian fuerza. Mirdbamos la idea como una bella utopia, estCril de consecuencias prdcticas para nuestra AmCrica. En el dia, somos de diversa opini6n. Supongamos que la empresa no produzca todos 10s resultados que en ella podemos proponernos. Si se consiguiesen algunos, est0 s610 la justificaria; y son tantos y de tal importancia 10s puntos a que el proyectado congreso deberia dirigir su atencibn, que el menor de ellos recompensaria 10s pequeiios costos y es- fuerzos necesarios para reunir y organizar ese cuerpo. Per0 de- mos que 10s plenipotenciarios consumiesen su tiempo en discu- siones vanas, y que se retirasen sin haber puesto en planta una sola instituci6n benCfica, sin haber zanjado una sola base esta- ble y provechosa. jQuC habriamos perdido? Los gastos de una misi6n que por otras consideraciones hubiera sido tal vez ne- cesaria. Chile, por ejemplo, ha de tener de todos modos un representante en Lima. Bolivia, el Ecuador y la Nueva Granada se hallan en el mismo caso. Los demds estados tienen menos interes en este comercio diplomdtico con las repliblicas del sur; per0 es incontestable que a todos ellos importa acercarse, ob- servarse, comunicarse. La experiencia de cada uno puede servir a 10s otros; el contact0 reciproco de pueblos, a h mds extraiios entre si, aun ligados por lazos menos estrechos, ha sido siempre uno de 10s medios de extender y hacer circular la civilizacidn y las luces. Las varias secciones de la AmCrica han estado hasta ahora demasiado separadas entre si; sus intereses comunes las convidan a asociarse; y nada de lo que pueda contribuir a este gran fin, desmerece la consideraci6n de 10s gobiernos, de 10s hombres de estado, y de 10s amigos de la humanidad. Para no- sotros, aun la comunidad de lenguaje es una herencia preciosa, que no debemos disipar. Si aiiadiksemos a este lazo el de insti- tuciones andlogas, el de una legislacidn que reconociese sustan- cialmente unos mismos principios, el de un derecho internacio- nal uniforme, el de la cooperaci6n de todos 10s estados a la conservaci6n de la paz y a la administraci6n de justicia en cada uno (por supuesto con las conocidas y necesarias restricciones que importan a la seguridad individual), jno seria Cste un orden de cosas, digno por todos titulos, de que tentdsemos para verlo realizado medios mucho mds dificiles y dispendiosos que 10s que exige la reuni6n de un congreso de plenipotenciarios? Se Cree posible que se ‘sancionen algunos puntos de dere. cho internacional americano’, y se coloca esta sanci6n entre las ‘cosas de pura forma’. jDe pura forma seria, por ejemplo, el reconocimiento de la inmunidad de la bandera o de la propie- dad neutral; la extradicidn de 10s reos de delitos atroces, de falsification, de quiebra fraudulenta? jSena de pura forma el 15

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