Antología de Andrés Bello
flexiones politicas y penetrar su filosofia. Si fuese necesario apo- yarnos en autoridades, citariamos la de Quintiliano. “Yo (dice) SOY de opini6n que se debe dar a 10s nifios lo mejor desde el principio y siempre, escogiendo 10s escritores mas puros y pu- lidos, y prefiriendo en la primera edad la historia de Livio a la de Salustio, que pide un entendimiento algo mAs cultivado y maduro”. En este period0 de la ensefianza puede continuarse la lec- tura de la Eiieida hasta aquel punto en que el profesor juzgue que sea tiempo de dejarla a1 estudio privado del alumno, ini- ciado ya suficientemente en este poema Cpico, el mejor de 10s latinos, y el segundo de cuantos existen. A est0 pueden agregar- se algunas Cglogas del mismo autor, y pasajes selecto de las Georgicas, Nada se sacara de leer a la ligera un poeta como Virgilio. Aunque no nos pasa por el pensamiento recomendar el ejemplo de Holdsworth, que consagr6 toda su vida literaria a1 estudio de este solo autor, creemos que seria caer en el extre- mo contrario dejar de las inanos unas composiciones de tan alta excelencia bajo todos aspectos, despuCs de haberlas apenas sa- ludado. Por lo que toca a la secci6n retdrica, ha sido sin duda una pCrdida lamentable para la literatura, que de la larga serie de oradores que ihstraron a Roma, uno solo haya sobrevivido a 10s estragos del tiempo; per0 podemos consolarnos con que Cste haya sido Cicerdn. Sus oraciones son a todas luces tan excelen- tes, que no pueden estudiarse demasiado. A la verdad es nece- sario escoger entre ellas; per0 deseariamos que el profesor no se cifiese a las colecciones de us0 com6n entre nosotros. Cuando ellas no fuesen defectuosas en si mismas, la universalidad de este orador, la maravillosa flexibilidad con que maneja todos 10s estilos, variando de formas seg6n el asunto que le ocupa, exige que se pase frecuentemente de unas oraciones a otras. Aunque no haya tiempo de leer la mayor parte de ellas enteras, sera muy fitil que el profesor haga recorrer a1 alumno todo el campo de la oratoria de Cicer6n. Es verdad que las del gCnero judicial y las relativas a la ley agraria contienen muchas difi- cultades, para cuya solucidn es necesario estar algo versado en las leyes y antigiiedades romanas; per0 se lograr5 vencerlas por medio de 10s cursos especiales de que arriba hemos hablado, y con el auxilio de un profesor inteligente. Un nlimero escogido de las Cartas familiares servir5 a1 mismo tiempo de comentario a1 orador, y vroporcionar5 la ocasidn de observar a1 hombre en la correspondencia privada con sus amigos, entre quienes figura lo m h ilustre de sus contemporhneos. A todo lo cual deben aiia- dirse 10s pasajes m5s.importantes e instructivos de sus obras retciricas, especialmente el Bruto y el tratado De Oratore, para 132
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