Antología de Andrés Bello
No es nuestro Animo que se establezca una rigurosa scpa- racion entre estas ccatro secciones o clases, sin0 solo que se tenga a la :xta i a materia predominante de cada una, de ma- nera que en el primer espacio se lean y expliquen principalmente obras pokticas, sin excluir ael todo las historicas y filosoficas, y Io misrno se haga respectivamente en 10s otros. La imaginaci6n es la facultad del alma que se desenvlielve prirnero, despues de la memoria; y por esta raz6n es natural presentar a los alurnnos;antes que todas las otras, aquella sec- cion de la literatura que le suministra aliment0 y sirve para cultivarla y purificarla. Se ha observado muchas veces que las naciones tienen, como 10s jndividuos, su niiiez, juventud, virili- dad y vejez. Este paralelo, que, bajo mas de un aspecto, es fun- dado, manifiesta el orden que debemos seguir. Los tres grandes departamentos de la poesia, la Cpica, la lirica y la dramktica, que nacieron el uno del otro, se&n el orden en que 10s hemos nombrado (como lo vemos claramente en la historia literaria de la Grecia) deben proponerse a1 estudio de 10s jovenes de la mis- ma manera, imitando el proceder ordinario de la naturaieza; lo cual nos indica no solamente el poeta, sin0 la obra particular de que debemos valernos para introducirlos a1 rico jardin de la poesia latina. Esta obra no puede ser otra que la Eneida. Per0 haremos aqui una observation aplicable a la lectura de muchos autores ademas de Virgilio. El poema que heinos mencionado es demasiado extenso para leerlo todo entero en el aula. Lo que debemos proponernos es el estudio de aquellos autores y de aqueilas partes de autores m8s a prop6sito para dar a conocer el espiritu de la lengua y el cargcter distintivo de las obras, de- jando a la aplicaci6n particular de cada uno la lectura del resto, que despuks de una cuidadosa interpretxion de 10s trozos se- lectos, no puede ocasionar dificultades de mucho momento. A medida que el estudiante adelanta, el campo de la instrucci6n se ensancha, y se hace imposible recorrerlo todo: la ensefianza se limita entonces mas y mas a la direcci6n del estudio. No pres- cribiremos qu6 porciones de la Eneida hayan de explicarse con preferencia a las otras; las que sobresalen por su hermosura, o por las explicaciones que necesitan, son tantas, que un pro- fesor juicioso no tendra mucho embarazo en elegir las que le parezcan suficientes. Per0 convendrk mucho variarlas de un aiio a otro, y no explicar perpetuamente unos mismos pasajes, pues aunque este metodo no produce una utilidad inmediata a cada alumno, hace m8s interesante y agradable la ensefianza para e1 profesor, manteniendo siempre despierta su atencih, infundien- do vida y vigor a sus lecciones, y precaviendo asi aquella se- quedad pedantesca, que es el pecado mas com6n y m8s perni- cioso de 10s estudios clasicos. 130
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