Antología de Andrés Bello

cn un momento de irreflexion, imaginen se trata del franc& de nuestr0.s dias, que, constando de una multitud de sonidos voca- les dirercntes, per0 ccrcanos unos a otros, y situados, por de- cirlo asi, en una escala de gradaciones casi imperceptibles, no admitc estn manera de ritmo. Pero que la lengua francesa no ha sitlo sicmpre como la que hoy se habla, es una verdad de pri- mcra evidencia, pues habicndo nacido de la latina, es necesario que, para Ilcgar a su estado actual, haya atravcsado muchos si- glos dc alteraci6n y bastardeo. Antes que fragilis y gracilis, por ejcmplo, se convirtiesen en frCle y grele, era menester que pa- sascn por las formas intermedias Sraile y graile, pronunciadas como consonantes de nuestra voz baile. Alter no se transform6 de un golpc en autre (otr): hubo un tiempo en que 10s france- ses profirieron cste diptongo de au de la misma manera que lo haccn 10s castellanos en las voces auto y lauro. En suma, la antigua pronunciacih francesa no pudo menos de asemejarse mucho a la italiana y castellana, disolvidndose todos 10s dipton- gos y profiridndose las silabas en, in con 10s sonidos que con- servan en las demiis lenguas derivadas de la latina. Est0 es ca- balmentc lo que vemos en las poesias francesas asonantadas, que todas son anteriores a1 siglo XIV; y lo vemos tanto m k , cuanto mAs acercan a 10s origcnes dc aquella lengua. Por eso alterac!a la pronunciacih, ces6 el us0 del asonante, y adn se hizo nccesario rctocar muchos de 10s poemas asonantadas, re. ducihdoles a la rima complcta, de donde procede la multitud de variantcs que encontramos en ellos, segun la edad de 10s c6dices. Enfadoso seria dar un catalogo de 10s poemas caballerescos que se conservan todavia integros, o en fragmentos de bastante estensi6n para quc pueda juzgarse de su artificio metrico, y en que aparecc claramente la asonancia, sometida a las reglas con que la usan a1 presente 10s castellanos. Baste dar una sola mues- tra, pcro concluyente; y la sacare de un poema antiquisimo, compuesto (segiin Io manificstan el lenguaje y el caracter) en 10s primeros tiempos de la lengua francesa. Refierese en dl un viaje fabuloso dc Carlomagno, acompaiiado de 10s doce pares, a JerusalCn y Constantinopla. Existe manuscrito en el Museo Brit,inico(’), y el primero que lo dio a conocer fue M. de la Rue (*”), aunque lo que dice de su versificaci6n me hace creer (*) Biblioth. Reg. 16 E. VIII. (**) Rapgort sur les travaux de I’Academie de Caen, citado por M. de Ro- quefort, De la Poesie Francaise, chap. 111. 120

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