Antología de Andrés Bello
Esta muestra de asonantes latinos en una obra tan antigua y de tan incontestable autenticidad, me parece decisiva en la materia. Leibnitz y Muratori dieron sendas ediciones de la Vida de Matilde, en las colecciones que respectivamente sacaron a luz de 10s historiadores de Brunswick y de Italia. Per0 es de admirar que, estando tan patente el artificio ritmico adoptado por Donizon, ni uno ni otro lo echasen de ver, de donde pro- ccde que en las nuevas lecciones que proponen para aclarar ciertos pasajes oscuros, quebrantan a veces la ley de asonancia a que constantemente se sujeto el poeta. Pasando ahora de 10s versificadores laiinos de la edad me- dia a 10s troveres (asi Ilamo, siguiendo el ejemplo de M. de Sismondi y otros eruditos, a 10s poetas franceses de la lengua de O U ~ , para diferenciarlos de 10s trovadores de la lengua de oc, que versificaron en un gusto y estilo muy diferentes); pasando, pues, a 10s troveres, encontramos muy usada la asonancia en las gestas o narraciones Cpicas de guerras, viajes y caballerias, a que, desde 10s reyes merovingios, fue muy dada aquella naci6n. El mCtodo que siguen es asonantar todos 10s versos, tomando un asonante y conservimdole alg6n tiempo, luego otro, y asi su- cesivamente, de que resulta dividido el poema en varias estan- cias o estrofas monorrimicas, que no tienen n6mero fijo de ver- sos. En una palabra, el artificio ritmico de aquellas obras es el mismo que el del antiguo poema castellano del Cid, obra que, en cuanto a1 plan, caracter y aun lenguaje, es en realidad un fideIisimo trasiado de las gestas francesas (”), a las cuales que- do inlerior en la regularidad del ritmo y en lo poCtico de las descripciones, per0 las aventaj6 en otras dotes. Mucho habria que decir sobre la influencia que tuvieron 10s trovadorcs en la priinera Cpoca de la poesia castellana, co- mo 10s troreres en la segunda. Ni es de maravillar que asi fue. se, a vista de las relaciones que mediaron entre 10s pueblos, y de su frecuente e intima comunicacion. Prescindiendo de 10s enlaces de las dos familias reinantes; prescindiendo del gran nhmero de eclesiasticos franceses que ocuparon las sillas metro- politanas y episcopales y poblaron 10s monasterios de la Penin- sula, sobre todo despuks de la reforma de Cluny; iquiCn ignora la multitud de sefiores y caballeros de aquella nacion que venian a militar contra 10s sarracenos en 10s ejbrcitos cristianos de Espaha, ora llevados del espiritu de fanatismo caracteristico de aquella edad, ora codiciosos de 10s despojos de un pueblo, cuya riqueza y cultura eran frecuentemente celebradas cn 10s (*) Por eso su autor le dio es:e nombre “Aqui s’ compieza la jesta del Mio Cid el de Bisar”. 118
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