Transformaciones de la industria musical en Chile

3 pone el imperativo de reducir los costos al máximo posible. E lio, en el caso de la música, supone la producción de un gran volumen de material musical de ínfima calidad; al tiempo que la necesidad de mantener ‘públicos cautivos1 (que hagan menos riesgosa la actividad). Esto último implica un fuerte énfasis en la dinámica hombgeneización/heterogeneización, la cual, a la larga, iría generando públicos específicos identificados con un cierto tipo de expresión musical y cuya demanda, por en de, no variaría sustancialrnente. No es posible ignorar, entonces, el hecho de que la industria musical tiene una enorme influencia en la conformación de gus tos musicales, al tiempo que incide sobre la creación musical no sólo por esta vía, sino también y más directamente, en cuan to selecciona, de acuerdo a criterios de mercado, qué volumen y qué tipo de creación accederá a la difusión masiva. Y es también indudable que la mayor parte de la música que se escu cha cotidianamente, tiene como mediadores a los aparatos de la industria cultural. En este sentido, la industria musical jue ga un papel de primera importancia en la conformación de una identidad cultural nacional, en cuanto se erige en juez de gran parte de lo que socialmente circula. Aún cuando es posible relativizar el poder de moldear gustos y actitudes de los medios de comunicación masiva; aún cuando es posible afirmar que la orientación de mercado recoge parte de las demandas --en este caso, musicales-- de la sociedad, no es, sin embargo, factible desconocer que la industria musical hace una selección de las múltiples posibilidades musicales existen tes en una sociedad y que, al ponerlas en circulación masiva, refuerza algunas y desestimula otras. Ya este hecho implica dar una direccionaíidaa a procesos culturales. A ello se su­ ma el otro hecho de que esta direccionaiidad está orientada por criterios de ganancia máxima, que tiende a poner el acen to en aquellas expresiones de más ‘fácil venta1, tendiendo por lo mismo a generar un sentido común musical y, por otro lado, a no considerar imperativos ce orden nacional. En su­ ma, la orientación de mercado subyacente a la industria musi­ cal no le permite recoger y alentar la totalidad de las expre siones musicales que se dan en la sociedad civil y, por otro lado, está lejos de satisfacer los requerimientos de una poli tica cultural con énfasis en lo nacional, cuestión obviamente fuera de sus objetivos.

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