La novela chilena : 1974-1984

32 tor, yendo con el manuscrito de la novela bajo el brazo se encuentra con Silvestre Ventura, uno de los personajes fic­ ticios. La narración de todo este episodio es definida co­ mo teniendo o pudiendo haber tenido lugar. El creador y lo creado se encuentran, dice el narrador, irónicamente. El narrador mismo de repente adquiere el rango de personaje y se sientaaconversar con Silvestre quien pronto tiene que partir a la casa de' campo con* Hermógenes y los extranjeros que están interesados en comprar las propiedades, como en efecto acontecerá:. Silvestre dice que los Ventura no tie­ nen nada de novelable, y aunque el narrador los conoce bas­ tante bien, Silvestre agrega, sin embargo nadie, ni ellos mismos, se reconocerán. El narrador autor además reconoce que en aras de un realismo moralista algunas de sus obras anteriores contenían un feísmo, y que ahora quiere que los Ventura no se reconozcan. Por eso usa un preciosismo, es decir, la creación de un mundo portentoso,' inútil. El na­ rrador autor lentamente parece haberse ido transformando en un cronista de la familia de los Ventura, tal como el narra dor de £1 picadero . Este narrador reconoce también que se le da él tono realista espontáneamente, pero no busca la ve rosimilitud en su novela. Finalmente, el narrador declara que los personajes de la novela no son para ser creídos por que son en realidad emblemas, es decir, personajes, y no per sonas. do son seres autónomos, psicologizables sino que ve hículos para la intención del narrador autor. Llama la aten ción el narrador aquí sobre los materiales literarios que " conforman ese hábito que se llama la realidad. En la última sección del capítulo XIV y de la novela, retor na él narrador a sus disquisiciones estéticas con respecto a su obra. Pese a que son emblemas se ha encariñado con los personajes y tiene el impulso clásico de contar todo lo re­ ferente a ellos, en un epílogo esquemático, pero eso sería escribir otra novela. A juicio del narrador autor la vida reál misma es una. serie de anécdotas a medio terminar, tal como su novela. Y es que el narrador autor sabe que los ma terialés literarios se han confundido con lo real, a esta ~ altura. Continúa diciendo que los seres a-psicológicos,ar­ tificiales, que fueron sus personajes, lo eran para no con­ fundir lo real con el arte. Debe el narrador autor también pues transitar de las historias de los personajes al fin de

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