Judith Butler en Chile y en la Chile

82 – – 83 realmente necesitamos tener un análisis más amplio que va más allá de los casos particulares, no recordar solamente testimonios personales de las vícti- mas ni pretender castigar al sujeto individualizado como agresor porque esto nos distrae de los problemas estructurales que generan la violencia sexual. Una de las razones por las que me interesa tanto el movimiento Ni una Menos es la dimensión política de su acción colectiva. No quisiera que el feminismo se convierta en un individualismo y para esto debe superar el caso propio y la historia individual en el que se basa mediáticamente el discurso de las víctimas. Jorge Díaz, biólogo y activista de disidencia sexual del Colectivo Universitario de Di- sidencia Sexual : En el último tiempo la violencia hacia personas trans y disidentes se- xuales se ha intensificado de manera horrorosa. Cuando han ocurrido este tipo de he- chos, los conservadores, algunos personeros del gobierno y sus aliados de los partidos de derecha, así como también la iglesia (una institución cada vez más despreciada por la sociedad chilena debido a los escandalosos casos de abusos sexuales a menores), dicen que este tipo de violencia es la consecuencia de una “ideología del género” de alcance global que permite que este tipo de corporalidades se muevan libremente por la ciudad. Esta “ideología del género de los totalitarismos de la izquierda”, dicen ellos, buscaría una “libertad sexual” completa, volviendo artificial lo que está dado como natural, esto es, la heterosexualidad y la supuestamente correcta asignación de género o, como dijo la recientemente elegida Ministra de la Mujer de Brasil, “el niño debe ves- tir de azul y la niña de rosa”. Para muchos de sus detractores, la principal exponente teórica y política de la “ideología del género” es Judith Butler. Es interesante constatar cómo una teoría crítica como la de Judith Butler, producida desde la universidad, el activismo y las noches en los bares drag queen, que está más plagada de preguntas que de respuestas, genera este tipo de reacciones cuando existe una sostenida idea de que los saberes académicos que se escapan de la línea productiva de las ciencias tradi- cionales casi no tienen importancia como fuerzas de cambio del mundo social. Frente a esta paradoja, ¿cómo podemos seguir construyendo, como activistas, una teoría crítica y abarcadora para arrebatarles a los conservadores y a los derechistas esta falsa idea de un “apocalipsis sexual” que produce una alarma social, a la misma vez que ase- gurar que los múltiples modos de expresión del género y la sexualidad son derechos básicos de toda ciudadanía? ¿Qué importancia le ves a continuar con la formación de una teoría feminista de la disidencia sexual producida en el entremedio de los espacios universitarios y el activismo para realizar esta tarea de educación sexual? Judith Butler: El miedo del conservadurismo al matrimonio gay, a las leyes de identidad de género, a los derechos reproductivos de las mujeres, es un miedo a que se vaya a destruir la familia tradicional, sin entender que la familia no es una unidad natural sino una construcción histórica que va cambiando de forma. Pero nosotros ya somos los vecinos de quienes nos temen, ya viven con nosotros, tomamos la micro juntos... Ellos pueden tener su hermosa familia tradicional mientras nosotros estamos aquí viviendo distintas expresiones de género. Sin embargo, ellos sienten que si pierden el dominio sobre cómo los cuerpos de todos deben obedecer sus reglas morales, va a ocurrir una des- trucción de todos los valores del mundo heterosexual, que es el mundo que defienden persiguiendo y agrediendo a quienes se salen de su norma. Esto quiere decir que su existencia depende de la dominación y que pasa por bo- rrar las visiones alternativas de quienes piensan y sienten distinto. Bueno, los invitamos a coexistir sobre la base de la igualdad entre todos y a enten- der que la libertad no es nunca la libertad de hacer daño. Nuestra libertad es

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=