Judith Butler en Chile y en la Chile

80 – – 81 entender el fascismo de hoy. Por mucho que nos hayan convencido los análi- sis de “la personalidad autoritaria” de Adorno, esto no alcanza para explicar a Donald Trump o a Erdogan o a Bolsonaro. Debemos producir nuevos tipos de análisis cultural y desear, incluso, que lleguen a hacerse populares a través de los medios de comunicación para que la gente pueda comprender masiva- mente las formas que adoptan los nuevos tipos de fascismo. Debe saber cuán- do se suspenden los derechos o se reprime a los disidentes en nombre de la seguridad, porque todos estos son modos de atentar contra la democracia. Y, por supuesto, cuando los gobiernos empiezan a decir que “la dictadura no fue tan mala” o que “se extraña la parada militar” o que “quizás no fueron tantos los desaparecidos”, estamos frente a un revisionismo que trata de rehabilitar un momento fascista y hay que oponerse a él a como dé lugar. Ustedes viven en un país en el que la dictadura militar ha cometido crímenes terribles sin que se haya establecido toda la responsabilidad por estos crímenes, y esto no es aceptable a la hora de la rendición de cuentas. Pero yo, por mi lado, vivo en un país que construyó la Escuela Panamá como modelo para entrenar a tortu- radores, y exportamos ese modelo a lo largo de toda Latinoamérica. Tenemos que reflexionar en conjunto sobre todo esto, intercambiando experiencias desde diversas regiones y trasladándonos de lengua y contexto para alternar fuerzas y argumentos en el debate. Alondra Carrillo, activista feminista, vocera de la Coordinadora 8 de marzo: El reciente 8 de marzo fue una jornada histórica en nuestro país. Luego de un año de tra- bajo, organización y articulación múltiple, mujeres y disidencias salimos a las calles en lo que ha sido la movilización más multitudinaria desde la postdictadura. Estas movilizaciones feministas han tenido en su núcleo la respuesta a la violencia y su de- nuncia como una condición permanente de nuestra cotidianidad y, con ello, han puesto progresivamente sobre la mesa nuestras vidas como el problema político insoslayable. Ese “poner nuestras vidas en el centro” ha tenido por efecto una transversalidad que crece cada vez y hace de este movimiento uno que sostiene, a ratos con mayor o menor dificultad, una gran heterogeneidad. Esta movilización nos aúna con la emergencia global de una acción política feminista sumamente masiva. Emergencia que se da en un contexto de avance y crisis capitalista y que tiene como contrapunto el ascenso simultáneo de apuestas de extrema derecha a nivel global. Muchas de esas apuestas de corte fascista se presentan a sí mismas como fuerzas que se oponen a lo “política- mente correcto”, que, señalan, sería un patrimonio impuesto de manera totalitaria por algunas minorías en oposición a amplias mayorías deseosas de algo distinto. Se opo- nen al feminismo y combaten la “ideología de género”. Ante un escenario como este, quisiéramos preguntarte acerca del potencial subversivo que podría estar contenido en esta emergencia feminista global. ¿Crees que lo tiene? De ser así, ¿en qué dimen- siones se visualiza ese potencial subversivo del feminismo, y qué desafíos crees que le caben para poder enfrentar el avance de la extrema derecha a nivel global? Judith Butler: Una pregunta difícil es cómo nos oponemos a grupos como el movimiento anti ideología de género. Algunas de mis colegas dirán “ah, solo ignórenlos, no son capaces de argumentar”, pero no podemos simplemen- te ignorarlos. Hay que forzarlos a debatir. Siempre cuento la historia de una mujer que se me acercó para decirme: “Judith Butler, rezo por ti”. Y yo le dije: “¿Por qué?”. Y ella dijo: “Porque tú te opones a la Biblia. Niegas la diferencia entre mujeres y hombres como una diferencia natural”. Y yo: “¿Es esta una

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