Judith Butler en Chile y en la Chile
INAUGURACIÓN DEL AÑO ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE masivas en los campos de concentración nazis. Para Paul Celan fue la inescrutable grieta en medio del poema lo que le dio a sus lectores la inefabili- dad de la pérdida: es de las rupturas, de las inte- rrupciones de las que surge algo incalculable, algo que no encaja en la forma de la palabra ni en el orden sintáctico de la frase. Esto es también lo que nos ha enseñado Nelly Richard sobre lo que la me- moria traumática hace al lenguaje y a la represen- tación. A veces el sentido común debe desmoro- narse para que podamos empezar a preguntarnos qué es lo que ahora se considera sentido común, y hacemos bien en ponerlo en tela de juicio. Esto se vuelve aún más importante cuando la violencia es aceptada como una forma de vida, incluyendo la violencia contra las mujeres, contra las perso- nas trans, los travestis, contra todos aquellos in- conformes con la identidad de género binario o que son disidentes sexuales. Ese modo de vivir y de hacer política debe ser desafiado y para hacer- lo necesitamos una forma de poner en tela de jui- cio la injusticia radical. En mi opinión, la univer- sidad tiene que ser creada como un lugar para el pensamiento crítico, un espacio y un tiempo para la reflexión, para la lectura, para la colaboración “En mi opinión, la universidad tiene que ser creada como un lugar para el pensamiento crítico, un espacio y un tiempo para la reflexión, para la lectura, para la colaboración y para ser transformada por los demás a medida que leemos y pensamos juntos”. y para ser transformada por los demás a medida que leemos y pensamos juntos. Cuando el páni- co y la irracionalidad mueven a la opinión pública, ya sea a través de la xenofobia, el racismo o los ataques a las minorías de género o a las mujeres, es, en mi opinión, la obligación de la universidad proporcionar un espacio de debate reflexivo sobre cómo debemos actuar: cuáles son, por ejemplo, nuestras obligaciones globales; qué exigencias éti- cas y políticas se nos imponen para salvaguardar el medio ambiente contra la destrucción; por qué y cómo llegamos a entender la violencia y a oponer- nos tanto a sus formas sancionadas por el Estado como a las que operan en toda la sociedad civil y en el seno de la familia. Muchas personas están luchando por vivir sin vio- lencia en un mundo multirracial y multireligioso, un mundo en el que la diversidad sexual y de gé- nero nos obliga a aceptar nuevos arreglos sociales que permitan a las personas vivir libres de temor y acoso, a formar parte de la complejidad cambian- te de la comunidad humana. Pero para oponernos a la violencia y construir un mundo sin violencia, debemos ser capaces de identificar cómo funcio-
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