Judith Butler en Chile y en la Chile

26 – – 27 ye al tipo de mundo que podemos conocer –y los mundos que no podemos conocer. Cada modo de presentación posibilita y excluye una manera de entender el mundo. Así, nuestra reflexión es “crí- tica” en la medida en que interroguemos el marco, el modo de presentación, el género y la forma, y en tanto que entendamos que el mundo que nos está dado siempre está enmarcado, interpretado y orquestado de alguna manera. No hay vía directa a ese mundo sin un medio que nos dé ese mundo o que decida qué versión del mundo se nos dará. En años recientes, he ayudado a fundar el Consor- cio Internacional de Programas de Teoría Crítica. La pregunta que guía a este proyecto transnacional y translingüístico es si la teoría crítica tiene vida contemporáneamente y, de ser así, qué forma o formas adopta. Estamos acostumbradas a enten- der la teoría crítica no solo como una reflexión sobre las condiciones históricas desde las cuales emerge, sino como una reflexión activista, una que rehúsa reproducir las formas de poder que operan dentro de esas reflexiones de carácter histórico, in- quiriendo qué hacen esas formas de poder y si su acción es legítima. Muchas preguntas han acom- pañado a la teoría crítica desde su inicio en la Es- cuela de Frankfurt: ¿puede una reflexión sobre una condición histórica intervenir en esa condición y cambiar la condición misma? ¿De qué modo puede decirse que una condición histórica ingresa en la teoría? Y si esa condición ingresa en el pensamien- to, ¿desde qué perspectiva podemos hacernos car- go de esa historicidad? Por último, ¿es la actividad teórica crítica a la que nos referimos una que es emprendida por un sujeto , o más bien se da el caso de que la crítica nombra una relación particular entre las condiciones históricas del pensamiento y las formas de juicio que buscan intervenir y transformar la vida histórica con el propósito de realizar ideales políticos, cualquiera sea el grado en que resulte posible ? Los críticos de la crítica argumentan que es un pro- yecto completamente negativo, una práctica que consiste en echar por tierra y desmantelar presun- ciones hegemónicas acerca del mundo; sostienen que la teoría crítica intensifica el escepticismo y carece de poder transformador para cambiar la realidad y llevar a cabo ideales emancipatorios 14 . 14 Bruno Latour, “Why Has Critique RunOut of Steam? FromMatters of Fact to Matters of Concern”, Critical Inquiry , Winter, 2004. Bruno Latour: El error que hemos cometido, el error que yo he cometido, ha sido creer que no había manera efi- ciente de criticar estados de hecho excepto apar- tándose de ellos y dirigiendo la atención hacia las condiciones que los hicieron posibles. Pero esto significaba aceptar demasiado acríticamen- te lo que eran los estados de hecho. Esto era per- manecer demasiado fiel a la desafortunada solu- ción heredada de la filosofía de Immanuel Kant. 15 Latour parece entender el positivismo como el ob- jeto de la crítica, y continúa aseverando que los estados de hecho tienen que ser re-abordados de un modo que afirme su potencial y sus poderes de agencia. Bien puede que este sea el caso. Pero ¿qué versión de la crítica ha identificado con Kant, y tie- ne acaso razón Latour al imaginar que los teóricos críticos han quedado, todos ellos, atrapados por una visión que no atiende a los estados de hecho (y que no los replantea como motivos de preocu- pación) para discernir su propio potencial crítico? Para Walter Benjamin el potencial crítico deste- lla en el curso de los acontecimientos históricos, cuando un momento histórico evoca otro, cuando una revolución en una parte del mundo apela a una revolución en otra parte. El potencial crítico que permite tener una perspectiva fresca sobre el statu quo no es una capacidad del sujeto, sino un advenimiento histórico, es un potencial que, ha- blando estrictamente, pertenece al tiempo. Latour imagina que Kant es el origen de la teoría crítica, pero al hacerlo deja a un lado las tradiciones de Marx, Hegel y Feuerbach. El sujeto cognoscente no está en contraposición a un campo de objetos; ese sujeto está animado por el mundo objeto, que ha sido producido y al que se le ha dado su fuer- za vital relacional y dinámica en medio de estas relaciones que lo definen. Nada de esto es un hí- per-subjetivismo, y, sin embargo, la crítica plantea la pregunta por el estatus del cognoscente, por la existencia de ser sujeto que conoce, por su exis- tencia y persistencia encarnada. Pues una pregun- ta que planteamos en cualquier campo de conoci- miento es la siguiente: este modo de conocer, ¿me permitirá vivir y pensar, respirar, moverme, desear y vivir, comprometerme en mi mundo y realizar su potencial emancipatorio? Estas son preguntas que 15 Latour, 231-2.

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