Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
Concepción de masculinidades en jóvenes universitarios – 95 “Sí, yo creo que los dos conquistan, pero la diferencia es que el hombre demuestra y la mujer no ¿cachai?” ( Jorge) Por su parte, la búsqueda del dominio en el plano sexual también da paso a la dife- renciación de estilos de mujeres con las que se puede o debe estar, así existen quienes son aptas para relaciones duraderas, como otras que solamente deben cumplir con prototipos de belleza y factibilidad de conquista, para encuentros casuales. Del mis- mo modo, la honra masculina se pone en juego en estas situaciones, y un escenario de rechazo los deja mal frente a sus amigos y aplaca su rol de conquistador. Así, se culpa a las mujeres en este contexto, tildándolas de rogadas o cuáticas 13 , al momento en el que se niegan a estar con ellos en este plano. Asimismo, el acto de la conquista es fundamental para la demostración de ser hombre, a través de la cual es posible medirse y proyectar su valor a futuro, en tanto la elección de parejas va estableciendo ciertos parámetros que deben cumplir. Las relaciones con las mujeres se plantean desde una manifestación constante que marca con firmeza las características que uno u otro deben tener. De este modo, se hace una definición del yo como no-mujer, argumentando características inhe- rentes a hombres y mujeres, por lo que se reafirma y proyecta la fantasía heteronor- mativa de la complementariedad, sobre las necesidades del varón, ya que no se espera que ellos desarrollen actividades subordinadas a las de la mujer y al servicio de su estatus social. Así, el terreno desconocido que queda fuera del par hombre-mujer es altamente temido, por lo que constantemente se busca la reafirmación de la virilidad y cualquier indicio de debilidad o vulnerabilidad se repudia en su condición de lo abyecto (Fuller, 1997). De este modo, en cuanto a las historias relatadas por los jóvenes es importante señalar a la familia como institución principal en la reproducción de patrones de género. En tanto, si bien ha sufrido ciertos cambios en sus dinámicas, se mantienen las concepciones patriarcales que dividen en un par opositor a hombres y mujeres situándolos a ellos en una posición de dominio en el que el género femenino es su- bordinado. Las relaciones de dominio al interior de las familias son prueba de ello y si bien muchas mujeres son parte del mundo laboral asalariado, siguen cumpliendo roles de abnegación y subordinación en el medio social (y privado). De este modo, los jóvenes siguen siendo educados para cumplir los mandatos de proveedor, pro- creador (conquistador), protector y autosuficientes. De este modo, si bien ya no se ocupan los mismos códigos y se ha flexibilizado 13 Se entiende como apelativos que se dan a mujeres que, según los varones, se hacen las difíciles o ponen trabas para estar con ellos
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