Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

88 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan desde una especificidad excluyente en función a políticas gubernamentales o como conceptos analíticos. Así por ejemplo, son valorados/as en tanto su situación como electores/as, consumidores/as y mano de obra para la producción. En este sentido, los y las jóvenes no son considerados como personas ni sujetos/ as capaces, ya que son vistos/as como transitoriedad entre niñez y adultez, contem- plándolos/as no desde el presente sino como futuro. La juventud es vista como défi- cit, por lo que se niega su actoría y su conducta es atribuida a etapas, cambios físicos y psicológicos (Duarte, 1994). Asimismo, esto da cuenta de un problema más profundo que tiene que ver con la arraigada visión que el mundo adulto tiene y reproduce con respecto a los y las jóvenes, en el sentido de que esta es una etapa de transición, un periodo de prueba en la que está permitido errar, ya que los actos efectuados no serán tomados en serio, puesto que ser joven tiene que ver con ello, con un constante juego, una constante preparación para ser adulto/a y por ello, sus acciones no deben estar provistas de poder ni pueden tener capacidad transformadora, pues no están capacitados/as para ello, simplemente no son adultos/as todavía. (Duarte, 1994). En este sentido, los y las jóvenes superan lo destinado, inmediatamente pasando a la adultez o a ser considerados/as como un caso extraño de adulto/a, sin embargo, no se considera que los y las jóvenes son capaces de ejercer fuerzas transformadoras, preocuparse por lo que pasa alrededor y no simplemente procurar aprender lo más posible para cuando sean adultos/as y estén capacitados/as para actuar. Desde aquí que son necesarias las distintas experiencias y dinámicas de los y las jóvenes, ya que la historia juvenil no se detiene y estos/as sujetos/as son capaces de generar tejido social y cultural, que renueve lo establecido. 1.2. Relaciones de Género Hace referencia al conjunto de ideas sobre las diferencias sexuales cuando pasan a ser parte de las relaciones sociales y, por ende, de la cultura, traduciéndose en prácticas y representaciones sociales de hombres y mujeres. En este sentido, “la simbolización cultural de la diferencia anatómica cobra forma en un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que dan atribuciones a la conducta objetiva y subjetiva de las personas en función de su sexo” (Valdés, 2007, p 35). Con esto, el género es tanto parte de una construcción social, que permite dife- renciar los atributos de los sexos, al igual que proporciona representaciones sociales de cada uno de ellos. Asimismo, es parte de la subjetividad de las personas, es decir, de cómo se conciben a sí mismos/as, de acuerdo a estas representaciones sociales. Es un doble vínculo, una acción dialéctica que mantiene a los/as sujetos/as dentro de su papel.

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