Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

Lo juvenil y el género: pistas para su abordaje – 63 Por su parte, McNay (2004), retoma la idea de experiencia para pensar el gé- nero como una relación social, la cual se opone a una concepción de género como un lugar estructural que prevalece en el pensamiento tanto materialista como cul- turalista. En el primero, el género es visto como una ubicación estructural dentro de la clase capitalista. Mientras que para las culturalistas, el género es considerado principalmente como un lugar dentro de las estructuras simbólicas o discursivas. McNay (2004) busca categorías de análisis menos abstractas que las utilizadas por materialistas y culturalistas, en este sentido es que la noción de experiencia y agencia serían claves. Tanto feministas culturalistas como materialistas al definir el género como una posición en la estructura, no logran pasar a un nivel más concreto de análisis. Vale decir, dar cuenta cómo estas fuerzas abstractas se manifiestan en las relaciones socia- les. Para ello, hay que desarrollar conceptos intermedios, sostiene McNay (2004). En este caso, el concepto intermedio es de agencia – entendido desde Bourdieu – a través de la cual se pueden ver las relaciones económicas y culturales sobre la vida cotidiana y la identidad, y a la vez conectarla con la estructura social. Desde esta perspectiva la agencia se relaciona con la experiencia, lo que resultaría clave para entender la agencia en términos relacionales y no ontológicos. De acuerdo a McNay (2004) el problema del concepto de agencia desarrollado por Bourdieu, es que subestima la autonomía de los individuos, reduciendo las re- laciones simbólicas a relaciones sociales preconcebidas. El agente está determinado por las estructuras sociales que condicionan su actuar, llevándolo a la reproducción de éstas, por lo que la transformación social es improbable y con ello la capacidad de agencia de los/as actores. Sin embargo, la noción de fenomenología del espacio social desarrollada por Bourdieu, permite poner la experiencia en el centro del aná- lisis social, sin pensarla en términos esencialistas sino que contextuales e históricos (McNay, 2004). Esta consiste en pensar que las distancias espaciales coinciden con las distancias sociales. El espacio social también funciona como espacio simbóli- co. Los actores ocupan posiciones dentro de los campos sociales que están deter- minadas tanto por la distribución de recursos dentro de un campo como por las relaciones estructurales entre el campo y otros. Al graficar la posición social como posición espacial, la compleja interacción entre las relaciones de poder simbólico y material, entre la experiencia inmediata y estructuras invisibles se hacen evidentes (McNay, 2004). En síntesis, para explicar la agencia no se puede pasar por alto a la experiencia, sin embargo, hacerse cargo sólo de la experiencia no entrega una visión completa sino que es necesario descubrir las estructuras subyacentes que están presentes en la experiencia, por medio de la cual se expresan la complejidad de las acciones e interacciones. En este sentido, McNay (2004) busca hacer parte del análisis social a

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=