Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
Lo juvenil y el género: pistas para su abordaje – 59 ende desiguales en sus capacidades intelectuales, emocionales y morales ( Chafetz, 2006). En este marco, se comienza a desarrollar el concepto de género de gran im- pacto en las ciencias sociales, en la historiografía (Aresti, 2006) y en las ciencias denominadas “duras” (Fox Keller, 1991). Lo anterior, llevó inclusive a repensar el lugar de los y las investigadoras, la metodología y epistemología de las distintas disciplinas. Estas concepciones desarrolladas en el marco de la teoría de género se relacio- nan con algunas de las ideas que vimos anteriormente respecto a los estudios de juventud. En primer lugar, la idea de poner en el centro del análisis los espacios ha- bitualmente ocupados por las mujeres, lo que tiene implicancias en metodológicas y epistemológicas y que corresponde con la propuesta de visibilizar a las mujeres jóvenes a través de nuevos abordajes (McRobbie, 2000) En segundo lugar, la crítica al androcentrismo del conocimiento que también se formula dentro de los estudios de juventud. Dentro de los estudios de género, en la segunda ola del feminismo, se desarro- llaron dos perspectivas muy marcadas y que pareciera corren por carriles de inter- pretación distintos, pero no excluyentes. Por un lado, está la idea de la construcción cultural del género, que también se conoce como construcción simbólica o pers- pectiva culturalista. Por otro lado, se encuentra la visión que pone el énfasis en lo económico como clave para entender las posiciones de hombres y mujeres en la vida social, también se les llama materialistas (Bourdieu, 2000; McNay, 2004; Monteci- no y Rebolledo, 1996; Moore, 1991). Finalmente, una tercera perspectiva une las dos anteriores pensando en tener una comprensión más compleja sobre el género. La construcción cultural del género, Moore (1991) plantea que este enfoque nace a partir de la siguiente pregunta ¿qué tienen en común las distintas culturas que valoran menos a las mujeres que a los hombres? La respuesta que entregan algunas antropólogas es que todas las culturas hacen una diferencia entre el mundo natural y el cultural, siendo este último superior, pues lo natural se asocia a lo salvaje e irracio- nal. En esta lógica es que se relaciona a la mujer con la naturaleza y al hombre con la cultura. Lo cual tiene dos supuestos a la base: > “La mujer, dada su fisiología y su específica función reproductora, se en- cuentra más cerca de la naturaleza” (Moore, 1991: 29). La mujer crea desde su cuerpo, mientras el hombre es libre para crear artificialmente. > “El papel social de la mujer se percibe tan próximo a la naturaleza porque su relación con la reproducción ha tendido a limitarlas a determinadas fun- ciones sociales. Que también se perciben próximas a la naturaleza” (Moore, 1991: 29). Se refiere en específico al confinamiento de la mujer a las labores domésticas mientras los hombres se asocia al interés público.
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