Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
Lo juvenil y el género: pistas para su abordaje – 53 dios etnográficos clásicos, las historias pop y los diarios de campo. Y cuando se las estudiaba se reforzaban las imágenes estereotipadas de las mujeres, presentándolas como agentes pasivas o tangencialmente, no eran el foco, “de acuerdo con toda la reflexión, realmente no estamos ahí” (Mc Robbie, 2000:12) Este “no estar ahí”, se explicaría por dos razones relacionadas; primero, porque el campo de la sociología estaba dominado por hombres, quienes estudiaban prin- cipalmente a hombres jóvenes y sus distintas manifestaciones. Los jóvenes varones, según McRobbie (2000), tienen un habla más directo y sus prácticas en el espacio público son más visibles. De esto se desprende una segunda explicación a este sesgo de género de los estudios sobre culturas juveniles: el trabajo de campo con mujeres jóvenes es más complejo de realizar, ya que ellas tendrían un mundo más cerrado, cuyas expresiones se podían observar en espacios como el hogar y en la “cultura del cuarto”, lo que resulta menos permeable a la indagación más clásica, vale decir, a una entrevista y/o trabajo de campo. A partir de su investigación McRobbie (2000) considera que los estudios cul- turales necesitaban revisarse críticamente para que las preguntas que se habían ig- norado se volvieran centrales. La pregunta central de esta revisión debía ser: ¿cómo esta dimensión (sexo/género) reforma el campo de los estudios culturales juveniles como han sido definidos? Esta crítica a los estudios de juventud desde la escuela británica se realiza pos- teriormente en América Latina en la década de los 2000´s, cuando el campo de es- tudios ha mantenido un desarrollo sostenido, se cuestiona el carácter androcéntrico de las perspectivas teóricas utilizadas para investigar a los jóvenes (Aguilera, 2014; Oyarzún, 2001; Elizalde, 2006, 2011). Para el caso chileno, Oyarzún (2001) indaga la relación entre las mujeres jóvenes y la política pública. Su visión es que las mujeres han estado presentes marginal- mente en las ciencias sociales, tanto en Chile como en América Latina, lo que se ve reflejado en el número reducido de estudios y en el foco de estos trabajos, que comprenden a las mujeres como adultas o al joven sin distinción de sexo/género. La mujer joven no se ha tematizado como tal, en su especificidad. Desde Argentina, Elizalde (2006) sostiene que el campo de estudios de juven- tudes se caracteriza por sufrir de un androcentrismo inferencial – junto con el sesgo étnico y urbano – en tanto se asume lo juvenil en masculino como un universal, que dificulta remover ciertas premisas a la base de las indagaciones que se emprenden, con lo cual se deshabilita la posibilidad de pensar nuevas maneras y miradas hacia y desde lo juvenil. Elizalde (2006) constata tres recurrencias en los estudios de ju- ventud: i- Las mujeres son invisibilizadas como productoras de prácticas y sentidos específicos de juventud. Suelen ser englobadas dentro del concepto jóvenes,
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