Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

Genealogía del adultocentrismo. La constitución de un Patriarcado Adultocéntrico – 45 como imágenes que constituyen un orden asimétrico polarizado y contradictorio en- tre adultez y otras construcciones de ese ciclo vital. Este imaginario adultocéntrico constituye una matriz sociocultural que ordena –naturalizando – lo adulto como lo potente, valioso y con capacidad de decisión y control sobre los demás, situando en el mismo movimiento en condición de inferioridad y subordinación a la niñez, juven- tud y vejez. De igual manera, este imaginario que invisibiliza los posibles aportes de quienes subordina, re visibiliza pero desde unas esencias (que se pretenden) positivas, cristalizando nociones de fortaleza, futuro y cambio para niñez y juventud. El adultocentrismo despliega unos procesos económicos y políticos institucionales, que organizan materialmente la reproducción social en diversos ámbitos, delimitando accesos y clausuras a ciertos bienes y a las decisiones políticas que les involucran, a partir de una concepción de tareas de desarrollo que a cada grupo de edad le co- rresponderían, según la definición de sus posiciones en la estructura social. Es de dominación ya que se asientan las capacidades y posibilidades de decisión y control social, económico y político en quienes desempeñan roles que son definidos como inherentes a la adultez y, en el mismo movimiento, los de quienes desempeñan roles definidos como subordinados: niños, niñas, jóvenes, ancianos y ancianas. De esta forma, la calidad de los despliegues humanos de las personas consideradas menores es precaria ya que se les relega de las decisiones políticas, se les enajena de la pro- ducción de su trabajo, en sus grupos familiares se les relega a posiciones de depen- dencia y en otros sistemas institucionales – educación, política pública, ley, trabajo, consumo, entre otros – se les imponen saberes y conocimientos en la transmisión intergeneracional. El adultocentrismo produce unos modos de gestión de las corporalidades y sexuali- dades de las personas de acuerdo a la posición que se les otorga en las estructuras del ciclo vital . En esta economía libidinal se destacan unos modos de gestión para quienes se han auto impuesto como poseedores de una madurez y legitimidad para establecer normatividades y valoraciones de los cuerpos sociales definiendo lo permitido y lo prohibido. Así, se le otorga a la adultez los permisos –en contexto patriarcal hete- ronormado, machista, sexista y homofóbico – para experimentar de manera inde- pendiente, mientras que a niñez, juventud y adultez mayor se les gestiona desde la subordinación y la castración de sus deseos.

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