Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
El consumo simbólico en personas jóvenes y su pertenencia a los grupos de status – 289 que involucran. El desplazamiento no se realiza a países sudamericanos, sino que más bien apunta a lugares que significan un mayor prestigio cultural, por sobre otros países europeos. En la mayoría de los casos, en las respuestas de los y las jóvenes e respecto de por qué irse a estudiar fuera, mencionaron vagamente la calidad y la excelencia de la formación sin tener mayor información al respecto. Tampoco tienen claridad res- pecto de qué estudiar: lo que relevan es el deseo de obtener el grado académico o especialización profesional. Aparece con intensidad sólo la convicción de que será una experiencia enriquecedora. El prestigio social que se asocia a cursar estudios en el extranjero también es motivo de ostentación. Manejar otro idioma y terminar con éxito el proceso de la especialización, son cualidades muy bien valoradas en los ámbitos académicos y la- borales, sobre todo en las capas medias de la sociedad. El ansia de viajar es también una forma de autoevocación mental. No sólo se relaciona con el deseo de dejar de estar estancado en el lugar de origen –que para este caso no es la comuna de nacimiento, sino el país– sino que habla sobre la valía de quien viaja, de las prioridades que no se vuelcan hacia el gasto desenfrenado y endeudado de las clases populares, sino que apuesta por una experiencia que hable sobre sus ambiciones culturales. “Y yo me fui a los veintidós años, ¡no, qué! A los veintiún años a vivir a España, a Barcelona. Nunca había salido del país, y me voy a España, a Barcelona. Trabajé, hablando en catalán, aprendí otra lengua, vivía con rusos, con alemanes… bueno, primero me fui a Santiago, y viví con sesenta mujeres de distintas partes de Chile”. (Catalina, 31 años, doctora © en políticas públicas). Sus trayectorias contrastan con las de aquellos y aquellas que comparten los espacios de trabajo y de formación a la vez. Sus colegas que han recorrido gran parte del mun- do y ya cuentan con las vivencias culturales que ellos y ellas tanto ansían. Compañe- ros y compañeras de estudios que ya manejan dos o varios idiomas y que no perfilan sus ansias de viajar con una intencionalidad de formación, sino más bien como un recurso de pasatiempo o agrado. Las formas de vida de aquellos condiscípulos de amplio capital familiar heredado y económico son parte de un estrato social al cual los y las jóvenes de primera generación universitaria aspiran o sienten que pertene- cen. Se encuentran en proceso de lograr los mínimos que transformarán sus vidas en experiencias similares a los miembros de la clase media. La separación espacial y cultural que significa el viaje para los sujetos jóvenes es un recurso con miras al regreso. A diferencia del cambio de comuna de residencia, el viaje al extranjero tiene la característica de ser un momento, una experiencia que
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