Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
Genealogía del adultocentrismo. La constitución de un Patriarcado Adultocéntrico – 27 Emerge y se consolida el adultocentrismo como sistema de dominio producido desde la imposición violenta de los varones mayores –adultos –, a través de la fuerza en la guerra. Más adelante, el poderío adulto y masculino se fortaleció mediante la enseñanza de las artes de la guerra a los futuros guerreros, lo que se convirtió en una pieza angular por siglos de la formación de mayores a menores, cada vez con mayor institucionalización: “Más allá de las funciones de regulación y de sanción de la circulación de las mu- jeres, la guerra se convierte también en el medio por el que los adultos afirman su superioridad sobre todas las categorías sociales: las mujeres, los viejos, los jóvenes” (Meillassoux, 1982; 50). En este modo de dominación patriarcal, los varones considerados menores-jóvenes o que aún no tenían mujeres en su propiedad, deben esperar ser favorecidos por al- gún mayor varón que les otorgue a modo de favor el acceso a los servicios femeninos (Harris, 2008). Esto, constituye una posibilidad cierta para ese varón mayor de ejer- cer dominio, no solo sobre las mujeres sino también sobre el varón más joven, lo que muestra ya un rasgo de la procedencia de este vínculo entre patriarcado y posiciones según edades sociales que se establecen como de mayoridad/minoridad. 3.2. La condición económica y productiva del dominio En lo económico, el paso de sociedades recolectoras a sociedades agrícolas y ganade- ras implicó que buena parte de esas tareas fueran desarrolladas por varones mayores, ya que requerían una cierta fuerza física y cada vez más destreza en el uso de las he- rramientas que se fueron construyendo. Así quienes se apoderaban de los excedentes de alimentos y otros productos, fueron estos varones mayores que, de esta manera, reforzaron sus posiciones en la estructura productiva. Las personas consideradas menores solo desarrollaban tareas auxiliares de bajo reconocimiento social. “A dife- rencia de las necesidades económicas en las sociedades cazadoras y recolectoras, los agricultores podían emplear mano de obra infantil para incrementar la producción y estimular excedentes” (Lerner, 1986; 115). Se descubre así la importancia de contar con más niños y niñas –personas so- cialmente consideradas menores – que participaran de las tareas productivas agríco- las y de ganadería. Por ello es pertinente el planteo de que el intercambio no sólo fue de mujeres en capacidad de reproducirse, sino también de niños y niñas que partici- paran de la producción y comenzaran a aportar su fertilidad al grupo. Es relevante que al análisis de género y clases también se le intersecte con lo que denomino como el análisis generacional , pues la condición de minoridad –es decir ser concebidos como persona menor – con que son tratados estos niños y niñas, es
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