Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

Representaciones de autoridad en niños, niñas y jóvenes, estudiantes – 277 estudiantes de la resistencia a quedarse quietos, o guardar silencio, para dejar expre- sar un contenido o actividad pedagógica que no les produce significado (Rockwell, 2006; Álvarez, et al., 2008). Quienes lideran esta resistencia son regularmente es- tudiantes que han sido rotulados por el discurso pedagógico con diversos códigos que llevan implícita una carga semántica negativa: “niños o niñas problema”, “hiper- quinéticos o hiperquinéticas”, “flojos o flojas” con “dificultades de aprendizaje”, etc. Estas rotulaciones son en cierta forma una expresión de rechazo del sistema, frente a éstas la resistencia ofrece algunos espacios de aceptación y reconocimiento ante la mirada de los semejantes que deben subordinarse a la misma práctica pedagógica. De tal forma, la estructura paralela de subordinación entre estudiantes de la que hablamos anteriormente está entrelazada a una valorización de la resistencia que, en ese sentido, es colectiva, pero adaptada y enmarcada al contexto antes mencionado de una práctica pedagógica poco motivante y una capacidad de mando que no logra controlar el espacio educativo. Algunas formas de expresión de esta resistencia son la risa en conjunto, la des- obediencia de las instrucciones, el juego dentro del aula, la burla o pérdida del res- peto a sus docentes, la instalación de reglas y códigos propios de las y los estudiantes por sobre la normativa de la escuela. Todas las anteriores son situaciones cotidianas, ante las que algunos y algunas profesoras no saben cómo responder, otras u otros se resignan a alcanzar e integrar a su práctica pedagógica a un reducido número de estudiantes y dejar al resto. El carácter dialéctico de esta resistencia se halla en que reproduce condiciones para la desvalorización de la práctica pedagógica: da fuerza a las representaciones que valoran la capacidad de algunos y algunas estudiantes para poner en tensión a dicha práctica, y, en la medida en que la dificulta y entorpece, desvaloriza la imagen de los y las docentes como mediadores de aprendizajes. En otro sentido, se refuerza a sí misma como una práctica en donde los “rechazados” por el discurso pedagógico se encuentran, reconocen y desarrollan otras habilidades y capacidades en conexión con intereses y códigos concretos como la imagen de sí que se proyecta hacia sus semejantes. 2.3. Retroalimentación de dispositivos de control Las expresiones de código restringido se expresan en forma activa en la visión sus- tancial de las causas de las situaciones de conflicto, ya sea en la adjudicación de la responsabilidad de éstas en sí mismos o en sus semejantes, o su adscripción a ele- mentos propios de la personalidad de las y los docentes. De esta forma los distintos dispositivos de control que pudimos identificar están centrados en la presentación concreta (espacio y tiempo de las acciones) y sustancial de los estudiantes en el aula, refiriendo permanentemente a las normas construidas y a los responsables de su tras-

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