Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
26 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan minación que se adscribe a la condición biológica de estas personas menores, pues el dato etario no existía como registro, sino era una cierta temporalidad y crecimiento corporal el que permitía originalmente indicar su condición de mayor o menor. Sin embargo, es vital indicar que lo biológico por sí solo, no bastó para la instauración de este dominio, fue necesario que se produjeran procesos de apropiación de esas capacidades que traían niños y niñas –en lo económico y en lo sexual – para que se les situara como personas de menor valor social, con dependencia y subordinación a las personas mayores. Si el patriarcado es un “fenómeno histórico en tanto que surgió de una situa- ción determinada por la biología y que, con el paso del tiempo, se convirtió en una estructura creada e impuesta por la cultura” (Lerner, 1986; 56), sostengo la idea de que este dominio patriarcal se fue consolidando en un proceso en que las relaciones de género fueron arraigando simultáneamente relaciones generacionales de supe- rioridad-inferioridad, así, puede decirse que en sus orígenes, este adultocentrismo constituye una extensión del dominio patriarcal. Si es pertinente esta definición del carácter histórico que asume el sistema adultocéntrico en tanto construcción an- clada en los modos de organización de la producción económica y la reproducción sexual, institucional y simbólica, en lo que sigue, se plantean los vínculos respecto a dicha construcción y las bases que la creación del patriarcado fue posibilitando. En lo sexual, los procesos crecientes de apropiación de la sexualidad femenina implicaron, como ya señalé, que se cosificara su capacidad reproductiva. La exten- sión se constituye en los procesos en que dicha cosificación, es utilizada para ase- gurar ya no solo la reproducción de la especie, sino la mano de obra –niños y niñas – que se incorporarán prontamente a los procesos productivos. La transformación progresiva de matrilinealidad y matrilocalidad a patrilinealidad y patrilocalidad, le da organización parental y territorial a este modo de producción (Lerner, 1986). Si bien las y los diversos autores estudiados muestran que uno de los ejes de la gue- rra era el rapto de mujeres para la procreación, no debe construirse inmediatamente la imagen de que sólo se buscaba a mujeres adultas – en el sentido contemporáneo, mayores de edad – sino de toda la especie, que en tiempo presente o a futuro pudiese ejercer dicha tarea, por lo que las niñas también fueron objeto de esta lucha (Harris, 2008; Lerner, 1986; Meillassoux, 1982). La maternidad desde aquel entonces se puede haber ejercido desde la pubertad en adelante. De esta manera, no se trataba solo de obtener mujeres adultas, en sentido actual de esa adultez, sino que con el tiempo se las raptaba y robaba a ellas y a sus niñas y niños (Harris, 2008). Así, la guerra tuvo un origen de apropiación de la capacidad sexual de las mujeres y de los resultados de la producción económica de otros grupos, pero paulatinamente fue permitiendo también, a través del empleo de la fuerza, la usurpación de la capacidad productiva de niños y niñas y a mediano plazo de la capacidad reproductiva en tanto niñas mujeres.
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