Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

Jóvenes y cotidianidad: consumo, infracción, ocio y tiempo libre – 261 “¡Si po’! Primero es lo primero, llegar y comprarme ropa primero, lo que sobraba lo dejaba en la casa y lo de más pa’ carretiarlo ¡si era cabro chico po’! No andaba… no pensaba en cosas”. (Antonio, 19 años, sin hijos, trabajador, no estudia, Recoleta). Como se ha mencionado anteriormente, una de las principales razones que se evi- dencia en este grupo de jóvenes en relación al delito, es lo que se establece como una necesidad, dada principalmente por las diversas carencias que se ven enfrenta- das/os las y los jóvenes, producto de pertenecer a una familia de escasos recursos, en situación de vulnerabilidad y riesgo social. Sin embargo, estas necesidades son infinitas, ya que funcionan bajo las lógicas del mercado. Es decir, al principio se cubre lo básico, como la alimentación, luego el vestuario, con zapatillas y ropa de marca, estableciendo parámetros casi inalcanzables, porque luego, aparece algo más moderno, tecnología de última generación y así sucesivamente. De este modo, el mercado genera necesidades fuera de lo prioritario, y progresivamente estas se van transformando en algo básico. Sin embargo, la mayoría de las y los jóvenes de esta investigación aspiran y pre- tenden una mejor calidad de vida, entendida por los parámetros que establece la sociedad actual, donde prima la importancia del estudio, el trabajo, la vida en fa- milia, los hijos, entre otros: lógicas que apuntan a la normativa y el orden social; y desde estas experiencias creen y sienten que el trabajo es un aspecto importante que posibilita aquello. “Ahora la pura pega no más po; porque yo antes no trabajaba, yo tenía todo el día libre po’,…pastiaba todo lo que quería, mi mamá no le daba color po’, yo estaba hasta las tres, cuatro de la mañana y ahora no po, ahora yo trabajo todos los días de lunes a viernes, a las nueve yo estoy acostado todos los días, son las nueve y yo ya estoy acostado, nueve y media más tardar estoy acostado, y llego como a las ocho a mi casa, tomo un tecito, estoy ahí con mi familia, vemos un poco el diario y me voy acostar, todos los días, fin de semana salgo de repente el sábado así en la noche po, y el domingo lo descanso todo el día”. (Felipe, 18 años, sin hijos, no trabaja, estudia, Quilicura). Al existir tiempo utilizado en el trabajo, menor es el tiempo libre, por lo tanto al tener menos tiempo, disminuyen las posibilidades de consumo de drogas y secunda- riamente la infracción. De este modo las posibilidades de capacitarse, aprender un oficio, terminar los estudios, se manifiestan como una forma de mejorar sus vidas. En otra situación encontramos a jóvenes que no estudian y no tienen un trabajo formal, pero que si mantienen instancias de trabajos informales, que les permiten estructurar su rutina de acuerdo a estas actividades. De todos modos el consumo

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