Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
Juventudes en movimiento: Construcción de vínculos comunitarios – 239 Respecto a los conflictos al interior de la toma se buscaba que los problemas per- sonales fueran resueltos entre las personas implicadas; mientras que los conflictos organizacionales se resolvían en las asambleas a través de las votaciones. En algunos liceos se decidió vetar estudiantes que hicieron cosas que perjudicaban a la toma. Esto último se criticó en ciertos casos, ya que se consideró que los vetos estaban más basados en diferencias ideológicas que en hechos que atentaran en contra de la ocupación. De lo anterior, consideramos que esta práctica atenta en contra de la conformación y mantenimiento de los vínculos comunitarios, ya que son conflictos que al no poder ser resueltos, rompen con la posibilidad de seguir construyendo temas y trabajos en común. Acerca de los voceros y representantes, se menciona que éstos eran elegidos por su capacidad argumentativa, conocimiento sobre los temas o por su personalidad; esto último referido al carisma para llegar a los demás. Si bien esto puede remitir a una mirada tradicional del liderazgo en términos de capacidad de persuadir a otros, podemos entender la legitimidad de los voceros y representantes en las necesida- des y confianza que inspiran en otros miembros de la comunidad, así como en el mecanismo de control que el resto del estudiantado ejerce sobre ellos a través de la revocabilidad de mando (Inzunza, 2009). Así, la revocabilidad de cargos de repre- sentación constituye un mecanismo de autorregulación que evita la concentración de poder (Gutiérrez, 2001), siendo una de las características principales en la forma de organización de los estudiantes secundarios, principalmente desde la moviliza- ción estudiantil del 2006 (Foladori, 2010). Sobre los acuerdos de convivencia, algunas normas comunes establecidas en las tomas fueron la “ley seca” (no tomar alcohol) y “ley a tierra” (no fumar marihuana), sin embargo, se comenta que no siempre fueron respetadas. Asimismo, mencionan como normas de convivencia el cuidar el espacio, no romper cosas, no ingresar a determinadas zonas del liceo por temas de seguridad o no hacer ruido hasta ciertas horas de la noche. En algunos liceos, permitían que estudiantes de básica fueran solamente de día, para no tener mayor problema con los apoderados. En el caso de un liceo de mujeres, ellas comentan que no se permitía la entrada de hombres, pero igualmente ellos ingresaron, ya fuera para realizar actividades en conjunto o para convivir. El tema de las reglas para la convivencia representaba lineamientos generales a seguir, que si bien muchos de ellos no fueron cumplidos, no fue ésta la razón princi- pal para que las tomas decayeran. Lo anterior, contrasta con las ideas de orden y de control que se mencionan como necesarias para educar a las juventudes, las cuales son impuestas desde los parámetros del mundo adulto (Duarte, 2000). Así, en esta experiencia, los jóvenes demostraron que pudieron autorregularse y entre ellos mis- mos establecer sus propios límites.
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