Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

22 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan “En las sociedades agrícolas, cuando las mujeres son deseadas por sus cualidades re- productoras, se encuentran más amenazadas. Como hemos visto, cualquiera sea su constitución física o su capacidad para defenderse, sonmás vulnerables al ser objetos permanentes de la agresión de hombres asociados para raptarlas (…)… las mujeres se encuentran arrojadas a una situación de dependencia que preludia su sumisión secu- lar. En las sociedades donde el intercambio matrimonial está asociado a la guerra y al rapto, la mujer, inferiorizada por su vulnerabilidad social, es puesta a trabajar bajo la protección masculina” (Meillassoux, 1982; 110-111). Así, la apropiación de las mujeres, en particular las mujeres núbiles, hicieron que el objeto de lucha se transformara en un premio obtenido por el acto de la fuerza. Los varones pasan de ladrones-usurpadores a protectores-dominadores de estas mujeres y de sus capacidades. Para Levi Strauss (1969), se trata de un proceso de cosificación de las mujeres a través del intercambio. Lerner (1986) especifica que lo que se cosifica no son las sujetas en sí, sino su capacidad sexual reproductiva por parte de los varo- nes, ello es lo que se transforma en el premio de la batalla. La maternidad no es un proceso sólo biológico – sí lo son el embarazo, el parto y en buena medida el amamantamiento –, sino que ella responde a un tipo de distri- bución sexual de la reproducción, que desde los grupos ancestrales se ha organizado en base a algunas cuestiones que la dejan, como experiencia social, sólo centrada en la mujer 3 . Y los cuidados que implica la crianza fueron dejados en manos de las mu- jeres, las que conservaron un modo de participación menor en la producción, tarea que hacían en compañía de sus crías; la fuerza física del varón lo habilitaba mejor para el manejo diestro de las armas y las herramientas que fueron creando para la pesca, la caza y más tarde la agricultura, es decir fueron inventadas por hombres para hombres (Harris, 2008; Lerner, 1986; Meillassoux, 1982). Así vemos que el paso diferenciado, del nomadismo al sedentarismo, originó modificaciones en la organización de las estrategias de reproducción y complemen- tariamente implicó cambios en las formas de producción. Que las agrupaciones se establecieran y fijaran territorialmente sus domicilios, llevó a que la sobrevivencia alimentaria y de seguridad del grupo se asumiera con una distribución de roles y tareas que fue más taxativa en algunos pueblos que en otros (Meillassoux, 1982). La evidencia muestra que a las mujeres se les fue paulatina y violentamente reclu- yendo a las tareas que implicaba la reproducción y la crianza, su participación en las actividades de la producción y seguridad se fueron haciendo menores. Por su parte los varones, fueron encargándose de las labores productivas que comenzaron a desarrollarse ahora fuera del naciente hogar. Esta situación implicó dos cambios 3 Como ya se señaló, desde los orígenes existió ignorancia del rol masculino en la procreación.

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