Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
224 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan Uno de los problemas que arrastra la utilización de la violencia es que trae consigo una fuerte represión por parte de las autoridades y el repudio mediático de la acción, lo que provoca que se desvirtúen los objetivos iniciales. Los riesgos del uso recurrente de la violencia – por parte de los manifestantes – es que reduce la incertidumbre y el Estado se basa en ello para polarizar a la opinión pública y legitimar la represión, aumentando su capacidad restrictiva y elevando los costos para los manifestantes. Un ejemplo concreto de esta dualidad es el movimiento okupa, el cual ha sido vinculado recurrentemente con actos de violencia acontecidos en el marco de mani- festaciones sociales. El Estado y los medios de comunicación instalaron en la opinión pública la idea de que los incidentes estaban siendo causados por grupos anarquistas, lo que ha provocado una confusión sobre el real ejercicio del anarquismo y su in- fluencia en el movimiento. A causa de esta estigmatización se ha asentado la idea de que okupa, anarquismo y violencia son sinónimos. Si bien, el anarquismo reivindica el uso de la violencia como una forma de atacar el sistema, no significa que todos los actos de violencia sean causados por anarquistas ni que todos los okupas lo sean. 2.3. Nuevos repertorios de acción Los movimientos sociales contemporáneos han evidenciado una importante diver- sificación en sus repertorios de acción, combinando distintas herramientas según las características del escenario de emergencia. No se rechaza la utilización de elemen- tos más violentos y radicales, sin embargo, cada vez se tiende más a favorecer el uso de medios inclusivos que llamen la atención de la ciudadanía y que descoloquen a las autoridades. ¿Una forma de acción implica más compromiso político que la otra? No necesariamente, ambas responden a distintas formas de accionar frente a una realidad que les incomoda. Una de las formas más novedosas está en la utilización de distintas disciplinas artísticas como forma de manifestación política: “La manifestación con bailes, música, tambores y actuaciones de teatro quizás iden- tifiquen mejor que otros indicadores las variaciones y novedades que compartan las acciones políticas juveniles de este nuevo milenio. Las formas de acción a través del carnaval, que contribuye a la ritualización de la manifestación política, no es una cuestión superficial. La performance juvenil supone o más bien está íntimamente ligada a los contenidos fundamentales del movimiento: discurso propositivo, espe- ranzador y lúdico” (Aguilera, 2003, p.11). No extraña que distintas manifestaciones artísticas sean utilizadas como armas de lucha. El arte es un elemento presente en la gran mayoría de las okupas, es frecuente
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