Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

208 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan socioeconómico más rico un 40,1% de los y las jóvenes están inscritos, mientras en el grupo socioeconómico más pobre esta cifra desciende al 13%, lo cual refleja una marcada elitización del actual padrón electoral. En síntesis, proponen que existiría una relación causal entre conocimiento de la política e interés por participar de ella, atribuyéndole una importancia decisiva en la creación de dicho conocimiento a los agentes y espacios de socialización primaria, sobre todo la familia y la escuela, así como al propio interés de cada joven: “Todo se basa en la falta de educación cívica que existe en nuestro país, o sea el 50% de los jóvenes que tienen los requisitos para votar de las clases medias altas hacia arriba están inscritos en los registros electorales, en cambio sólo el 20% de los jóve- nes de clase baja lo están; y esa es la falta de educación cívica… Pero no, o sea igual está bien que el gobierno es el que tiene que incentivar, los parti- dos políticos y todo… pero ¿ustedes tienen 18 años? (Respuesta afirmativa) ¿y están inscritas? (Respuesta afirmativa); yo también, ven, por eso depende de cada persona y de la familia en general, por lo menos en mi caso siempre se ha hablado de políti- ca” (Grupo de discusión de estudiantes de tercero y cuarto medio, Liceo Particular Subvencionado Científico Humanista). En este punto, resulta pertinente revisar los análisis de Garretón (2007) acerca del abstencionismo electoral juvenil, quien propone que habría un círculo vicioso pues existiría una impresión generalizada entre las personas jóvenes de que el voto no produce resultados concretos, posibles de ser percibidos en el tiempo, ni ningún cambio sustantivo. A su vez, la elite política no tendría ningún incentivo en elaborar propuestas ni tratar temas de interés para los y las jóvenes, puesto que al no votar carecen de incidencia en lo concerniente a su permanencia o expulsión del poder. Por esta razón, coincido con el autor en la necesidad de “instaurar la inscripción automática y mantener el voto obligatorio, pues votar es tanto un derecho como un deber constitutivo del sistema democrático, por tanto debe ser ejercido de manera irrenunciable por todos y todas quienes forman parte de una comunidad política” (Garretón, 2007, p 157). Como se dijo anteriormente, en el año 2012 se aprobó la ley que consagró el mecanismo de inscripción automática y voto voluntario, con lo cual se incorporaron inmediatamente al padrón electoral cerca de 5 millones de personas, en su mayoría jóvenes entre 18 y 29 años. Con esto se buscaba incentivar la participación electoral de la población, sin embargo en la práctica ocurrió todo lo contrario, pues en las elecciones municipales de 2012 solamente acudió a sufragar un 43,2% de las perso- nas habilitadas para hacerlo, mientras que en las elecciones presidenciales de 2013 dicha cifra alcanzó un 49% en la primera vuelta y un 42% en la segunda. Esto impli-

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