Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

Generación postpinochetista: estudiantes secundarios/as y cultura política – 203 ces empezamos como a decir para qué vamos a votar, si al final igual van a salir los mismos porque el sistema está creado para que beneficie a ciertos sectores, y por eso la gente no se inscribe, porque dice: “¿para qué? si es un voto más, no va a servir de nada”… “(Grupo de discusión de estudiantes de tercero y cuarto medio, Liceo Parti- cular Subvencionado Científico Humanista). Es posible vislumbrar dos críticas al sistema binominal; por un lado, al generar que sólo las coaliciones fuertes puedan tener representantes en el Congreso, impediría que “se filtren las ideas nuevas” de aquellos partidos políticos que, por no efectuar acuerdos electorales, no logran la votación requerida para conseguir un escaño par- lamentario y, por otro, desincentivaría la participación electoral de la ciudadanía, pues dada su propia lógica de funcionamiento permite que, en ciertas ocasiones, triunfen candidatos con una votación menor que otros contendores, disminuyendo las posibilidades de un recambio político y dando la impresión de que está diseñado “para beneficiar a ciertos sectores”. Así, el sistema binominal contribuye a una deva- luación simbólica y práctica del sufragio como expresión de la soberanía popular, ya que genera un cuestionamiento acerca de la utilidad misma del voto: “¿para qué votar? si es solamente un voto más, no va a servir de nada”, parecen preguntarse y contestarse el 78,7% de las personas jóvenes que han decidido no inscribirse en los registros electorales (injuv, 2009, 31). Retomaremos el tema de la participación electoral de los y las jóvenes más adelante, considerando el escenario generado por la implementación del mecanismo de inscripción automática y voto voluntario que debutó en las elecciones municipales de 2012 4 . 2.4. Partidos Políticos En relación a los partidos políticos, los y las jóvenes plantean que quienes con- forman la clase política rara vez integran en sus programas, u ofertas de campaña, temas que pudiesen interesar a los mundos juveniles ni propuestas concretas di- rigidas a satisfacer sus necesidades. Esto hace que no existan incentivos para que las personas jóvenes participen de los procesos eleccionarios, pues no obtendrían nada a cambio de su voto, lo cual es expresión de una motivación instrumental respecto al sufragio y de una visión mercantil de la política, puesto que identifican la elección de autoridades con la transacción de bienes, bajo una lógica de “dar para recibir”: 4 Según datos de la Séptima Encuesta Nacional de la Juventud (INJUV, 2012), hasta antes de la entra- da en vigencia del régimen de inscripción automática y voto voluntario, el padrón electoral tan sólo contaba con un 7,3% de jóvenes entre 18 y 29 años.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=