Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

“Iniciación sexual masculina” representaciones sociales en la construcción de la hombría – 155 que sea valorada y haga sentido para ser incorporada en la toma de decisiones y en la experiencia. La información -en este sentido- contempla una serie de elementos que los sitúa en escenarios particulares en un momento histórico definido, en los cuales se construyen trayectorias de vida, donde cobran sentido para la experiencia personal y para los vínculos generados. En el espacio microsocial se posibilita la re- flexión para la toma de decisiones, que guarda estrecha relación con la tensión sobre los discursos hegemónicos acerca de la sexualidad y lo masculino-tradicional, donde el sujeto confronta la información adquirida para optar sobre la construcción de su propia trayectoria sexual como varón. Desde los procesos de socialización primaria se aprende sobre la sexualidad en función de su genitalidad y sus valoraciones -en este sentido- se expresan en expec- tativas de lo deseado en relación al cuerpo masculino, ya que privilegia la práctica penetrativa por encima de otras posibles opciones; cuestión que reduce el cuerpo masculino, como también el cuerpo de sus posibles parejas sexuales, a espacios so- cialmente delimitados en la experiencia. Si bien, esta perspectiva estereotipada de la sexualidad masculina, no necesariamente envuelve a todos los sujetos, ni a sus diferentes prácticas sexuales, hace posible identificar – en términos de género – la existencia de prácticas sexuales que forman parte de los modelos dominantes de la masculinidad hegemónica que constituyen un valor preciado para diferentes grupos sociales de varones. Por tal razón, las capacidades sexuales masculinas se convierten en un recur- so de competencia con los otros, como práctica de legitimación dentro del modelo masculino dominante. Este modelo muchas veces aceptado como estereotipo para la hombría, no es cuestionado porque se acepta como innegable, porque genera pri- vilegios sociales, porque existe el temor a ser descalificado por varones y mujeres que igualmente lo reproducen, por el miedo a confrontar y transgredir, o bien, por la expectativa de cumplir y de disfrutar del reconocimiento y los privilegios asociados al mismo. Los cuestionamientos a los modelos masculinos hegemónicos se orientan por el propósito de construir relaciones de mayor equidad, desde la complementarie- dad de las capacidades de las y los sujetos, de las potencialidades que hagan posibles transformaciones en nuestras culturas patriarcales, con el objeto de satisfacer las ne- cesidades desde los ámbitos de reconocimiento relacional. Ahora bien, desde el análisis emergen discursos que explícitamente ponen rele- vancia en la relación afectiva entre quienes optan por desarrollar estas prácticas, las que no necesariamente plantean un desafío en la construcción de relaciones equi- tativas que favorezcan la simetría para mujeres y hombres. Aún así, rescatando lo emergente de estos discursos, la tensión sitúa en el habla social de los jóvenes varo- nes, resistencias posibles de relevar -en cuanto búsqueda alternativa de sentidos- que

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