Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan

136 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan El uso del espacio público y de la calle es un ámbito relevante en el activismo sexopolítico y en ese sentido genera tensiones en tanto también es uno de los espa- cios centrales en el aprendizaje de elementos vinculados a la identidad masculina en jóvenes varones pobres (Duarte, 2011); el mismo autor da cuenta de cómo este lugar no es un espacio dado naturalmente sino que es una consecuencia de la expulsión social producto del deterioro de los vínculos familiares por ejemplo con la violencia o la pobreza, y es utilizado como un lugar de búsqueda de semejantes para compartir cosas que en la familia y en la escuela no es posible. La no heterosexualidad también es excluida socialmente, pero se enfrenta a complejidades distintas, pues a pesar de la existencia de condiciones de clase no fa- vorables, la calle no parece ser el lugar idóneo para refugiarse en tanto es un espacio donde los códigos de masculinidad en el ámbito de la sexualidad no son distintos a los utilizados en los espacios desde donde se produce la expulsión. Es así como la calle –un espacio central cuando existe exclusión en otros contextos- se constituye como un lugar negado para estos varones en tanto ahí también se reproduce y se valida la norma heterosexual. Como consecuencia de lo anterior es que los varones no heterosexuales se apro- pian de espacios como por ejemplo internet u otros espacios marginales que ter- minan constituyéndose como una resistencia y que permiten el encuentro con la diferencia, con aquello que estéticamente e internamente guarda diferencias con lo normativo. Ligando esto a las discusiones anteriormente planteadas, estos lugares facilitan la develación de la no heterosexualidad y son potenciales de inicio en el camino del activismo sexopolítico, donde existe efectivamente un retorno a la calle, pero conceptualizado como un lugar distinto orientado a transformar lo compartido co- lectivamente. Desde acá es que es más claro comprender por qué la calle es concep- tualizada por los mismos jóvenes activistas como un espacio “que hay que recuperar” o “que hay que ganarse”. Finalmente, a la luz de lo anteriormente desarrollado es posible concluir que en la medida de que se logren politizar elementos que se encuentran dentro del reperto- rio cotidiano tipificados como lo que es natural, se hace más posible lograr movilizar las estructuras que sostienen opresiones como las de género y las generacionales. El activismo sexopolítico evidencia como la afectividad, siendo un lugar naturalizado en las mujeres y negado en los varones es transformable en una herramienta política; al mismo tiempo la micropolítica abre posibilidades de hacer menos cristalizados ciertos momentos de la biografía y por lo mismo, abre la oportunidad de construir otros rumbos o itinerarios probables.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=