Juventudes en Chile. Miradas de jóvenes que investigan
124 – juventudes en chile: miradas de jóvenes que investigan homosexual, sea para negarlo o para actuarlo, actúa y produce los bordes de la viri- lidad ya que, al volver real el tabú, hace evidente lo que un varón no es, el punto en que pierde su condición de tal. Por ello, la reiterada mención a este tema actúa como un recurso para reafirmar los bordes de lo masculino y darle así consistencia” (p. 10). Esto evidencia como a partir de la lógica dicotómica en que se organiza el mundo, mientras la masculinidad heterosexual necesita estar constantemente en la escena pública, las masculinidades subordinadas se transforman en abyectas en tanto desa- fían el status quo patriarcal, por lo que se deben replegar a otros espacios de menor visibilidad. 1.2. Masculinidad(es) y juventud(es) Desde el discurso social dominante se les propone a las y los jóvenes un modelo de identidad generacional, que les invisibiliza en el presente y les devuelve visibilidad cuando asuman roles definidos como de adulto (Casal, et al , 2006). Esta oferta de identidad se enmarca dentro de la matriz conceptual que se ha denominado adultocentrismo, la cual se caracteriza por considerar al hombre joven como individuo en preparación para asumir roles esperados de varón adulto, y ubica lo adulto como el modelo y referente a seguir, como lo valioso y perfecto, y lo joven como en preparación hacia una meta (Duarte, 1994). Contrastando esta mirada con la noción de itinerario biográfico (Casal, et al , 2006) es posible relevar que no existe un curso unidireccional que presupone una meta, sino que el itinerario recorrido y el probable se encuentran supeditados a elecciones del sujeto, pero en un contexto situado y con variables estructurales que permean dichos devenires. Así, el entorno social de los y las jóvenes – conformado principalmente por los grupos de semejantes, grupos de amigos/as y otros referentes culturales – junto al grupo familiar, tienen una presencia importante al modificar en diversas direcciones, las oportunidades y las tomas de decisiones de los jóvenes (Casal et al , 2006). Esto tiene relevancia al analizar la juventud desde una mirada de género. Al hacer un cruce entre las variables masculinidad, juventud y clase, Duarte (2011) señala: “La calle es el lugar de la seducción, del quiebre de reglas, la competencia, la mentira y la rivalidad. Ahí se recrea una cultura juvenil de conquistas y hazañas. La calle según el discurso de los propios varones jóvenes de sectores empobrecidos es el lugar pri- vilegiado para los aprendizajes relacionados con sus identidades masculinas” (p. 2). Asimismo, cada contexto en función de las diferencias de clase va generando mas- culinidades diversas en tanto las múltiples posiciones que los varones tienen en la
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