Idéntidad y exilio: poetas chilenos en Canadá

22 En Etcheverry no hay transición entre el pasado y el mundo co tidiano presente, entre la historia y sus símbolos. Todo se entrecruza como si el poema fuera un surtidor que recubre so­ ciedades y culturas y las unlversaliza en el diálogo actual. La voz poética describe, interpela, razona, y trastoca los planos de la realidad. En "Asamblea de codornices" el hablan te se encubre en el nosotros: .No ha cambiado en lo fundamental nuestro set de alimentos. Más vale un pájaro en la mano. Reco­ nócelo estableciendo la comparación con los au­ tos provistos de bares, los rascacielos que de­ jan colgar selvas de sus terrazas más altas- aba jo, en los atardeceres, pululamos los grupos ét nicos, ensorberbecidos por la proximidad de la noche. Sintámonos pobres. Alimentemos palomas grises en el patio interior de los conjuntos habitacio- nales. Ocasionalmente, ante las vitrinas del centro, com paremos la estructura de los maniquíes, la dulce textura de los trajes £1 sábado en la mañana, los inmigrantes repletan el Mac Donald Explotan como granadas maduras los conflictos en diversas partes, echando a rodar los rojos gra­ nos de multitudes, densas o raleadas, siempre ha cia el centro de la ciudad, en procura de Cate­ drales, Embajadas, con éxito desigual, Palacios de Gobierno, "and so on, and so on". Estas cosas nos preocupan mientras caminamos por la nieve aguachenta estimulados o preocupados por problemas más inmediatos: zapatos pesados, la ra ta de inflación, la ropa que no sienta bien (337. El hablante de los textos de Etcheverry cristaliza el entor no con una mirada de soslayo; al mismo tiempo que describe

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