Cultura y recoleccion folklorica

3ir •13SUALOCPr3AQUE!if%f•!2 b s i 'todos !Hen present ►SprP respecto" a -Tas-mías , yo podría dec" esto dé:Té recolección; no digo invest bastante serio, pero en recolección si Linares, soy'de Linares y ahí viví has he estada siempre en contacto, viviend miliares allá. Me ha tocado ver que 1 tros la estamos denominando aquí, exis vitalizando, pero está. Se han dicho tura folklórica, denuncias, pero en el está la cultura. ádo experiencias personales, ir^cuc hace muchos años estoy en igáción porque creo que eso es tengo experiencia. Comencé en ta'~lris 1? anos y posteriormente o con mi gente porque tengo fa- a cultura folklórica, como noso te, está cambiando, se está re­ íos problemas que tiene la cui­ tando existe siempre, siempre Lo de la mañana, fue interesantísimo poraue me pareció ver que se ha­ blaba de valares, Y quienes verdaderamente Entregamos esos valares de la cultura folklórica somos los que vamos a "patita pelá" al campo a recoger estas cosas. De ahí parten algunos estudias más avanzados de la sociología y la antropología, pero quienes primero dieron los pasos fueron-los que no cabían prácticamente nada de la ciencia del folklore. Lo planteó la señora María Ester Brebe en una oportunidad y Margot Lo­ yola le dijo inmediatamente: todo lo que Ud„ está diciendo maestra, n£ sotros ya lo habíamos hecho hace muchas años, hace como 20 años que eb tamos haciendo esto que Ud. está diciéndonos ahora : una nueva escuela ynasotros na nos habíamos dado cuenta. Creo que el folklore, la cultura folklórica va a existir siempre. Ya se han dado a conocer montones dE problemas, como el de la Iglesia evangélica que mencionaba Margot. Es horrible. Donde yo voy ya no hay casas, todos son templos. Mis cantores ya no me quieren cantar, no me quieren dar nada. . Nosotros para poder recoger y ver esta realidad folklórica en el cam­ pa, específicamente, tenemos que ser evangélicos, o católicos acérri­ mos, o tenemos que ser de ideas políticas según sea el informante. Por ejemplo en Talca trabajé con un señor que era un ex-relegado de Pisagua con una idea contingente muy de él. Yo no podía decirle: soy evangélico, soy católico o, por último, soy folklorista; en: abso­ luto, yo tenía que ser igual que él no más, comunista. Me entregó muchas cosas. Tenemos que adaptarnos, tenemos que ser camaleones y sufrir eso y sin tener ninguna ayuda, absolutamente a pulso. Todo el trabajo cultural- artística existe en Chile desde hace unas tres decenas de años ha si-

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