Transformaciones en la estructura de la T.V. chilena

36 cional y narrativo (para adultos y niños) programado por la TV. Un país incapaz de re—presentarse a sí mismo en la narrativa televisiva parece carecer de u ­ na vigorosa y delineada auto-imagen. Y 1¿ abundancia de material ficcional externo solo contribuirá a de s­ vanecer masivamente las auto-percepciones. "No hay que olvidar, finalmente, que la primera influencia de las emisiones extranjeras se ejerce sobre los .programado­ res, los productores y los realizadores nacionales, a .los cuales son propuestos modelos de éxito comercial y de sintonía; siendo la segunda influencia aquella que se ejerce sobre los espectadores (transmisión de es te­ reotipos, normas, valores, prototipos, de comportamien­ to, etc.)" (65). La incentivación de la narrativa televisiva nacional pasa ineludiblemente por el fortalecimiento de la p r o ­ ducción de cine y video-cine, en sus aspectos indus - triales como académicos (56). — Hay un segundo punto íntimamente conectado a la c a p a ­ cidad de creación nacional: los emisores, los c r ea do­ res que pueden acceder al medio t e l e v i s i v o . Este ac- pecto es dramático mirado desde las regiones geog rá­ ficas y culturales del país. La TV en Chile es a l t a ­ mente centralizada: no existen mecanismos de p a rt ic i­ pación regional; TV Nacional de Chile abandonó su p r o ­ yecto original de establecer importantes centros de producción regional. Las regiones sólo pueden ser re ceptoras pasivas de las emisiones ideadas y decididas centralmente (la únic a y precaria excepción es la Red Norte de TV). Una política sensible a la creación (65) . UNESCO, ,!Trois Semaines", op, cit. pág. 50. (66) A la pregunta "¿qué diría la gente que trabaja en TV en Chile?", Shaun Sutton, jefe por 12 años del Drama Group de la B8C, contestaba: "hay que hacer programas con obras nue­ vas. Es el primer principio. Porque cualquiera puede representar a los clásicos; es­ tán escritos, la obra está ahí. Pero no tienen el mismo impacto que cuando se trata de algo que sucede hoy. Todos los grandes autores han escrito sobre su tiempo. Cual­ quiera puede representar a Shakespeare a fin de cuentas, pero no cualquiera puede hacer las obras de nuestro tiempo". (Entrevista de G.Pojas, El Mercurio, 6 de enero de 1982, pág. D 2).

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