Ciudadanías para la democracia

97 es importante, porque es un mandato de larga distancia para quienes nos gobiernan”. Eso es todo. ¿En qué quedamos? ¿La democracia es solo elegir autoridades o también comprende todos los mecanismos que les acabo de mencionar como la posibilidad del control y la revocación de las autoridades por parte de la ciudadanía, de tomar la iniciativa política mediante plebiscitos o proyectos de ley de origen ciudadano? Si vamos a hacer un proceso constituyente solo para poder elegir autoridades, no lo hagamos porque ya lo tenemos. Ya tenemos elecciones. Nadie en Chile dice que las elecciones son fraudulentas. Nadie dice que hay compra de votos. Lo que sí hemos tenido es un sistema electoral absolutamente injusto: el binominal. Están por verse las virtudes del nuevo sistema electoral, no nos entusiasmemos, vamos a ver sus resultados ¿Qué venía después en el itinerario constituyente oficial? Un proceso de diálogo ciudadano, cabildos locales, provinciales y regionales, en los cuales se discutirían las bases para una nueva Constitución; idea, en principio, loable. El punto es cuál fue el carácter de esos cabildos ¿Fueron cabildos vinculantes? No, porque la propia Presidenta dijo que no lo serían, fueron meramente consultivos. Las opiniones allí emitidas no obligan a nada a nadie. El Ejecutivo, si quiere, las toma en cuenta, si quiere no las toma en cuenta, si quiere toma en cuenta una parte, si quiere toma en cuenta la otra parte, porque aquí, en definitiva, depende de quién haga la síntesis. Fue una instancia deliberativa, pero no vinculante. Este fue el carácter de los cabildos Pero lo más complicado viene a continuación. ¿Qué va a hacer con estas bases la Presidenta? Ella lo aclaró: “Elaboraremos un proyecto de Constitución que será enviado al Parlamento”. “Elaboraremos”. ¿Quiénes? ¿Nosotros, la ciudadanía? ¡No! ¡El segundo piso de la Moneda: ella y sus asesores! Dicho texto será enviado a este Parlamento, este que está en funciones, para que por un quorum supramayoritario de 2/3 (66%) de sus actuales integrantes habilite al próximo parlamento, es decir, el que asume el 11 de marzo del 2018 (el día que se va la presidenta Bachelet), para que el nuevo cuerpo legislativo, por un quorum supramayoritario ligeramente inferior al anterior (60% de sus miembros) decida una de las cuatro siguientes alternativas como medio para elaborar y aprobar la nueva Constitución.

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