Ciudadanías para la democracia

96 capacidad de avanzar hacia una sociedad más abierta y moderna”. Señalando también, más adelante, al dar el detalle del proceso constituyente, que “transformaremos las bases ciudadanas”, aquellas que salgan de los Cabildos, “en un proyecto de nueva Constitución que recoja lo mejor de la tradición constitucional chilena y que esté acorde con las obligaciones jurídicas que Chile ha contraído con el mundo”. Ahí empiezan los problemas. ¿Qué es lo mejor de la tradición constitucional chilena? No entiendo a qué se refiere ella. ¿Qué es lo bueno de nuestra tradición constitucional si todas nuestras Constituciones han sido impuestas por la fuerza de las armas o por deliberaciones en cenáculos oligárquicos a espaldas de la ciudadanía? ¡No existe esa buena tradición constitucional chilena de la cual habla la jefa de Estado! ¡No existe! Del mismo modo que tampoco existía esa democracia ejemplar que creíamos que era Chile hasta 1973. Nunca existió. Son fantasías, mitos que circulan en nuestras cabezas. El problema es que basamos una política en fantasías, en mitos, no en realidades. No obstante, la Presidenta anunció un proceso constituyente sobre esta base, un itinerario constituyente. Dijo que, a partir de ese momento, entre octubre y marzo, se abriría un proceso de educación ciudadana, para llenar los vacíos de conocimientos básicos por parte de la ciudadanía. ¿Existió ese proceso de educación ciudadana entre octubre de 2015 y marzo de 2016? No existió; a menos que se quiera denominar como tal unos spots, unos animalitos corriendo y gritando “¡Constitucionario!” por la pantalla del televisor, transmitiendo algunos conceptos twitteros, o la distribución de folletos y panfletos a la salida del Festival de Loolapalooza o del concierto de los Rolling Stone o en las playas en la temporada veraniega; es decir, en contextos lúdicos, en los cuales la gente no está en condiciones ni en disposición de estudiar sesudos problemas constitucionales, por simple que sea la fórmula con la que se presente. No hubo educación constituyente, constitucional o política ciudadana. Esa es la verdad. Por lo demás, los conceptos que se difundieron dejan mucho que desear. Voy a leer uno solo, el más importante: democracia . “Los que vivimos en Chile también tenemos un poder, en serio. El poder de elegir cómo queremos vivir y de decidir quiénes van a ser nuestros gobernantes. Eso es la democracia, que las grandes decisiones se tomen según lo que opine la mayoría respetando a la minoría. En democracia el voto de todas las personas

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