Ciudadanías para la democracia
89 En 1925, hubo un nuevo proceso constituyente. A diferencia de los anteriores, entonces había un nuevo sujeto social y político constituido o en vías de constitución, el movimiento obrero y popular, producto de la llamada “cuestión social”. Este movimiento obrero y popular, expresado en sindicatos, partidos obreros y múltiples organizaciones sociales, trató de hacer oír su voz en un contexto en el que el nuevo presidente de la República, el famoso “León de Tarapacá”, Arturo Alessandri, había prometido cambios, reformas sociales, entregar algunos derechos a los trabajadores. Pero estos cambios estaban frenados por lo que el presidente denominaba “los viejos del Senado”, quienes frenaron durante cuatro años sus proyectos de leyes sociales. Hasta que un día, los militares dieron un golpe de Estado. Un 11 de septiembre se constituyó la Junta Militar de gobierno del año 1924. Pero se trató de un golpe de Estado “progresista”. No fue un golpe de Estado como el de Pinochet. Era un golpe de Estado para empujar las leyes sociales, dado que a los propios militares les interesaba. Ellos querían reajustes de sus remuneraciones, entonces bastante modestas, sobre todo los de la tropa y suboficialidad. De manera tal que se produjo una irrupción militar que, si bien impulsó las leyes sociales de Alessandri, porque aquellas leyes que los viejos del Senado habían parado durante cuatro años, se aprobaron en 48 horas. Esto entusiasmó a los militares y no quisieron retirarse de la escena política, por lo que Alessandri, sintiéndose avasallado, se autoexilió durante seis meses. Mediante un nuevo golpe militar, el 23 de enero de 1925, los militares jóvenes desplazaron a los viejos y trajeron de vuelta a Alessandri. “El León” retornó al país a terminar su período presidencial, prometiendo convocar a una asamblea constituyente, para que la ciudadanía democráticamente decidiera acerca de un nuevo texto constitucional. Pero, a pocas semanas de volver, borró con el codo sus promesas y, por sí y ante sí, convocó a dos comisiones constituyentes. Una para debatir el anteproyecto constitucional y otra para discutir el mecanismo de aprobación (¿mediante asamblea constituyente, plebiscito u otro procedimiento?). De estas comisiones, la única que funcionó fue la que presidió el propio presidente; que se convirtió de hecho en “la Constituyente”, pero una “Constituyente” o una comisión
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